Capítulo ll: La fiesta

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CAPÍTULO II

Demonios, son las 12:00 del mediodía y yo sigo en cama, afortunadamente hoy no tengo colegio, es una ventaja, pero he perdido medio día durmiendo, jamás he sido buena desvelándome.

Enseguida pego un salto y me dirijo a la cocina para preparar un efervescente, quizá eso baje un poco el malestar. Mi estómago gruñe, es algo extraño verme a mí desayunando al mediodía, pero no hay de otra, saltaré la comida. Saco un poco de bacón y pan tostado para calmar mi hambre.

Se oye que alguien llama a la puerta, me dirigía a abrir cuando me topo en con el espejo y noto  que me veo fatal. –Enseguida voy- Grité mientras me lavaba el rostro y cepillaba el cabello. –Listo- Me dije a mi misma.

Al abrir la puerta, un caluroso abrazo me toma por sorpresa, es Pauline, hermana de Jason, hacía años que no la veía, cuando se casó, se mudó a Ontario con su esposo Richard. Un lindo par, el todo un hombre de negocios, un playboy, y ella una mujer hermosa y escultural de cabellera pelirroja y ondulada.

-¡Jamie!, cuanto sin verte…

-Demonios, Pauline, ¿A caso te ha traído la corriente?- Dije en tono burlón pero feliz.

-¡Ja!, bueno, pues he venido a unos negocios, y que mejor que pasar a saludar a mi compinche y cuñada.

Cielos, no puedo contenerme y en seguida me ruborizo. Jason es muy apuesto y agradable, pero jamás hemos salido ni nada por el estilo, no sé el motivo.

-Pauline, no digas imposibles.- ¿A qué negocios vienes?- Agregué yo intentando cambiar un poco el tema.

-Pues negocios de Richard.- Contestó en un tono seco.

-Oh, ¿y qué tal él?, ¿todo bien?

-Sí, todo de maravilla, sólo que ya me cansé de viajar a cada hora del día, es pesado tener que acompañarlo a donde sea que valla.

-¿Por qué no te quedas unos días aquí conmigo? Hay espacio para ambas, dejemos que Richard se quite de preocupaciones y tú descansas un poco tanto viaje.

-Sería fabuloso, es cuestión de avisarle, está misma noche él tenía pensado viajar a Seattle, solo venía de escala aquí a Portland.

-Pues llámalo, que esperas.

Me emociona tener una compañera por unos días, siempre he vivido sola desde que entré a la universidad y que mejor compañera que Pauline, es muy simpática, siempre le gusta sonreír y salir por las calles.

-Listo, ya está, ahorita me manda el equipaje para acá, solo que el quiso tomar una medida… No sé si te parezca.

-¿Qué pasa?

-Richard teme por mi bienestar, así que quiso asignarme un par de escoltas… Es un tanto extremista. Traté de impedirlo, pero se negó completamente a todo.

Que extraño, ¿guardaespaldas? Portland es muy tranquilo, no hay que temerle a nada, además, ¡SON CARISIMOS ESOS SERVICIOS! Dichosa Pauline, le tocó un hombre precavido… Y con dinero al parecer.

-Vale, no hay problema.- Contesté con voz dudosa…

-Nos divertiremos mucho, Jamie. ¿Qué te parece si esta noche organizamos una fiesta aquí?

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