Capítulo IV: El pasado

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CAPÍTULO IV

Abro los ojos, estoy empapada en sudor, que pesadilla tan más horrible. Me he quedado tirada, la resaca ya comenzó. Todos están dormidos… Y vivos, lo bueno. Muevo a Jason, está dormido en mi hombro, voy enseguida a apagar la música, todos cayeron antes de poder hacerlo. He despertado a Jason con tanto movimiento. Las lágrimas se me salen.

-¿Qué pasa cariño?, ¿Estás bien?- Preguntó él.

-Sí, no te preocupes, una simple pesadilla, nada grave.

-Jamie, pero si desde que te conozco siempre haz padecido de pesadillas, eso no es normal.

-No te preocupes. Son muy normales.- Contesté.

La verdad es que no es normal, no sé sinceramente que pasa con mi cabeza, es grave y pienso que necesita tratamiento, pero no quiero alarmar a nadie. Mi vida no ha sido fácil, cuando tenía 10 años, mis padres comenzaron un negocio ilícito, comenzaron a tratar jovencitas de apenas 15 años, de escasos recursos, sin nadie que les llore. Eso me ha atormentado de por vida.

A los 11, me mudé a casa de mis abuelos, decisión de mis padres, y mis abuelos, ignorantes ante la situación, no hicieron preguntas y aceptaron. Ellos me apoyaron siempre, yo jamás les conté a ellos lo que hacían mis padre, ni el porque me dieron en adopción con ellos, creo que era una carga en aquel entonces. Gracias al abuelo, pude llegar hasta la universidad, -Los estudios primero, mi niña.- ese era su lema. Gracias a la abuela, pude conocer un amor de madre, algo que jamás percibí con la mujer que me trajo al mundo.

Cuando entré a la preparatoria, mi abuelo Jack falleció de un paro cardiorrespiratorio, mi mundo se vino abajo enseguida, y para acabar de devastarme a los pocos meses, mi abuela Dafnée también se fue de este mundo. Sin nadie en este mundo y con ayuda de un vecino querido, me mudé de Kansas a Portland, donde pude terminar mi preparatoria y entrar a la universidad. Aquí pude superar la muerte de mis abuelos, y comenzar a re hacer mi vida.

Sin embargo, mí pasado jamás lo he podido borrar, pareciese que se queda aferrado a mis pensamientos, y cada noche vuelve para atormentarme, no hay una sola noche en la que pueda conciliar el sueño porque esos rostros vuelven a atemorizarme. Es como si algo me quisiera sacar de quicio, busca mi punto más débil y enseguida, da en el blanco.

Cuando decidí estudiar leyes civiles, fue con la mentalidad de algún día poder dar con el paradero de mis padres biológicos y poder ayudar a todas esas jóvenes con las que aún puedan estar negociando, el simple hecho de que alguien pueda obtener dinero con la inocencia de alguien es algo que en un instante me llena de coraje y tristeza a la vez.

Al entrar a la universidad, me sentía como bicho raro, yo no encajaba ahí. Todos me miraban, se podían sentir las miradas y se escuchaban los murmullos, no era más que una citadina más en busca de una buena educación. A la primera que conocí fue a Stacy, desde que, por voluntad propia, se ofreció a mostrarme el plantel, nos hemos vuelto inseparables. Ella conoce todo de mí y sobre mi pasado, quizá por eso se ha convertido en mi mejor amiga, siempre me ha apoyado.

Cuando conocí a Stacy, como si yo fuera un amuleto, por arte de magia Lenny también se unió a nuestras vidas, en dos meses de conocernos, ellos dos ya eran una pareja. Lenny al principio me caía mal, hasta trataba de evadirlo, pero poco a poco me di cuenta de la clase de persona que es y que era muy valioso como ser humano, desde entonces Lenny también se ha vuelto como un hermano para mí.

Juntos, los tres, hicimos cosas inimaginables, somos uña y mugre. Ellos siempre me ayudan, antes de yo poder conseguir una beca en la escuela para poder concluir mi carrera, gracias a ellos dos pude continuar y también me ayudaron con las primeras rentas del apartamento. Ellos fueron mi sostén durante los años más duros.

Todo esto también tiene otro lado, trabajo todas las noches de fin de semana en un bar de mala fama, como camarera. Jamás se lo he contado a nadie, más que a Stacy. No me siento orgullosa de ello, pero si quería salir adelante, me tenía que arriesgar. Todo lo que me toca ver en el bar, creo que también me ha generado problemas psicológicos, ver hombres ebrios, queriéndose sobre pasar con mujeres  es algo frustrante y aterrador, jamás me quisiera ver en tal situación.

Todas las noches que salgo del trabajo, corro peligro al cruzar por los barrios más pobres  de la ciudad, prostitutas en cada esquina, jóvenes sin oficio desvalijando coches para poder tener algo de dinero, incluso me toca ver hasta personas de la mafia negociando en dichos lugares, cosas horribles e inigualables.

Mi estudio es, ¿Para qué? Para que un día pueda dejar el trabajo denigrante que actualmente tengo, para no tener que entrar a cosas ilícitas, jamás seguiré el ejemplo de mis padres, al contrario, haré lo posible por evitar cualquier tentación, con arduo esfuerzo me he dedicado a mi carrera, para llegar a ser alguien en la vida, alguien normal, alguien considerada.

Todo esto me recuerda a Karol y Nick, ellos dos son hijos adoptivos. Salieron de la misma casa de adopción, obviamente con diferentes padres. A Karol le toco el privilegio de tener una madre amorosa, y un padre dedicado y que se preocupa por su familia. A Nick, afortunadamente también le fue excelente, cayendo en manos de una familia de clase alta, adinerada. Ambos son inseparables, considerando que se criaron donde mismo he de pensar que se quieren como hermanos.

Me da orgullo decir que a todos mis amigos más apegados los quiero como a mi propia familia, son mi familia. Han sido todos, un ejemplo a seguir, todos compartimos algo en común, y es el querer salir adelante. Ahora, dos personas más se han unido a nuestra familia, Jason, como el amor de mi vida y Pauline, la cuñada celosa y entrometida. 

HisteriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora