Capítulo VI

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Lucy ya estaba totalmente instalada en la mansión, ya había recordado cada uno de los pasillos de la mansión, cada pequeño lugar y cada cosa. Pero el acoso de Natsu no había terminado, y era algo que la seguía atemorizando cada día. Llegaba muy temprano en la mañana y se iba muy tarde e incluso habían veces en las cuales se quedaba dormido allí mismo. Hubo un día en el que dejó una carta:

"Lucy,

Todos en el gremio preguntan por ti. Erza, Gray, Wendy y los demás están muy preocupados, te extrañan. Tu ausencia en el gremio se nota demasiado.

No olvides que te queremos."

Lucy se sentía tan distante. Y comenzó a pensar que podía ver a los del gremio y tener una vida en la mansión. Se dirigió al balcón para hablarle a Natsu, y allí estaba, pero dormido. Conmovida por la imagen Lucy tomó un abrigo que era de su padre y bajó las grandes escaleras hasta llegar a la puerta; salió y se paró delante de Natsu. Con cuidado de no despertarlo puso el abrigo sobre él y se agachó para mirarlo más de cerca.

Lucy: Qué inofensivo se ve cuando duerme

Estuvo unos segundos más mirándolo, cuando de repente él abrió los ojos y la tomó del brazo.

Natsu: Caíste (sonríe) Ahora no... No me volverás a dejar

Natsu que seguía en el suelo tiró el brazo de Lucy, atrayéndola a él y la abrazó. Fue un abrazo fuerte, lleno de sentimientos que no se podían expresar de otro modo; esa agradable calidez hizo que el dragón slayer permaneciera así durante varios minutos, como diciendo: "No te vayas". El corazón de Lucy parecía salirse de su pecho, por el nerviosismo de quedarse atrapada entre sus brazos y por el miedo de que fuera ella la que no quisiera terminar con aquel momento. Aún así, suspiró y alejó a Natsu. No quería que él la siguiera buscando, él tenía que seguir con su vida como antes de encontrarla y llevarla al gremio, pero... ¿Qué podía hacer para que eso sucediese?

Lucy: (le da una bofetada a Natsu) Tú y yo, desde ahora no nos conocemos. Maldigo el día en el que te conocí

Actuó como una hipócrita. Deseaba ser odiada, para que así él pudiera seguir su vida feliz. Lo último que vieron sus cristalinos ojos fue a Natsu anodadado; corrió hacia dentro, cerró y apoyada en la puerta comenzó a llorar. Desde aquel día no volvió a oír la voz de Natsu bajo su balcón. Ya la vida de Lucy estaba plenamente vacía, atada a una casa que no quería. Inconscientemente todos los días iba a dejar una canasta fuera de la mansión, con la comida necesaria para hacer un picnic familiar. Pero pasaron meses y todos los días, las canasta seguía completamente llena. Exactamente tres meses y medio más tarde, Lucy bajó aquellas grandes escaleras una vez más para dejar la canasta en su lugar. La casa estaba tan apartada de la ciudad que siempre se estaba en un silencio absoluto. Por eso, Lucy se extrañó cuando de repente escuchó unos rápidos pasos. Muy lejos, se veía una pequeña figura, una sombra que se aproximaba a gran velocidad. Esa sombra tenía una peculiar cabello desordenado

Lucy: ¿Natsu...? (empezando a correr hacia la sombra) ¿¡Eres tú!?

A lo lejos se escuchó que alguien decía el nombre de Lucy, pero...

Lucy: Esa voz... ¿Gray? 

Gray: Tanto tiempo, Lucy (agitado luego de la corrida).

No hay princesa sin dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora