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Estos últimos días estoy muy nervioso.

O muy cansado.

No sé qué aspecto tengo.

Me he mirado en el reflejo del cristal de un reloj de pared.

Me veía quebrado, multiplicado, como si una piedra hubiese roto el cristal y me reflejara en cada uno de los trozos.

Al acariciarlo, el vidrio estaba intacto.

He visto en el reloj una lágrima brotando de mis ojos.

Al acariciarla, mi mejilla estaba seca.

Diario de un Hombre DestrazadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora