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Hoy también llovía.

Justo cuando estaba a punto de alcanzar la paz interior, han entrado dos clientas.

Una era una compañera de mi antiguo instituto, la otra, una chica de muy buen ver.

No la conocía.

Me he permitido el lujo de empanarme mirándola, desde detrás de la barra, después de servirles.

Diario de un Hombre DestrazadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora