Hoy también llovía.
Justo cuando estaba a punto de alcanzar la paz interior, han entrado dos clientas.
Una era una compañera de mi antiguo instituto, la otra, una chica de muy buen ver.
No la conocía.
Me he permitido el lujo de empanarme mirándola, desde detrás de la barra, después de servirles.
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Diario de un Hombre Destrazado
Historia CortaEn el sobre de azúcar, por detrás donde pone una frase, he escrito mi número. Supuse que lo leería. A la gente le gustan esas gilipolleces.