Capítulo 8: Solamente comías.

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El reloj del gran Salón marcaban las 23:57 pm. Pronto iba a ser domingo.
La comida que habían servido era exquisita.
¿Alguna vez probaron Pizza con mucho, pero mucho queso? 
Era riquísima.
Y no hablemos del los espaguetis con salsa roja.

La cara se me sonrojo al recordar como Nicholas me veía devorar el plato de espaguetis. 

No me pude controlar.

Había sido una noche muy interesante.
Mentiría si hubiera dicho divertida, porque no lo había sido.

Tuve miedo, nervios y hambre. Pero diversión no, la música que habían puesto era bonita, pero para bailarla no.

La comida y Nicholas con sus miraditas habían sido lo mejor de esta noche.

La Familia Mazzina se encontraba despidiéndose de todos los invitados.

Maria y yo nos encontrábamos frente al auto de nuestros padres mientras que ellos hablaban con el padre de Nicholas.

A lo lejos pude ver como un grupo de tres chicas, dos rubias y una castaña, se acercaban a donde mi hermana y yo nos encontrábamos.

-¡Hola!

Dijo la castaña del grupo.

-Hola, ¿Necesitan Algo?

-Si, queri...

Fue interrumpida por la rubia.

-¡Megan no!

-¿Porque? Es sólo un número de teléfono, nada más.

-Chicas, ¿Se puede saber que quieren?

Maria y yo estábamos con mucho sueño para lidiar con chicas así.

-Quería saber si nos puedes pasar el número de Nicholas.

¿¡QUE?! ¿El numero de Nicholas? Ya quisiera.

-¿De que hablan?

-Nicholas, su número.

-No tengo su número, ni su correo, pero si se donde vive, y es ahí.

Apunté a la casa de Nicholas, el estaba ahí y vio perfectamente cuando dirigí mi dedo hacia su dirección.

Las tres rieron. Incluso Maria.

-Pero los vimos hablando.

Dijo la otra rubia.

-Y pensamos que tal vez tendrías su numero.

-Bueno, se equivocan. No tengo su número.

Ambas me miraron con unas caras que hace unos segundos tenían una sonrisa y ahora unas que claramente me decían MENTIROSA.

No me importó, no las conocía y yo decía la verdad. No tenía su número.

-Hem, ¿Natalie?

Dijo Maria.

-¿Que?

Apuntó hacia la entrada de la Mansión.

Nicholas se acercaba.

Dios mío, acércate todo lo que quieras.

Pude notar como Maria rápidamente entró al auto. Me dejó sola.

Mejor, si llegaba a besarme, no me tenía que preocupar por que un menor nos vea. INCLUSO PODÍA BESARLO CON LENGUA.

Cada vez estaba más cerca de mi.
Su caminar de hombre, y con las manos en los bolsillos de sus jeans lo hacían hermoso.

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⏰ Última actualización: Oct 23, 2015 ⏰

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