Capitulo cinco.

140 15 7
                                    

No se en que parte de mi vida acepté irme con un casi-completo extraño a las tres de la madrugada, en pijama a un lugar que desconocía. Pero así lo hice. Después de que me dijera que no me arrepentiría de aquella "excursión" lo seguí.

Las calles todavía estaban mojadas por la pequeña tormenta que se originó antes de la visita de Matt Meyer en plena noche. El cielo aun estaba oscuro, solamente los relámpagos me hacían de linterna cada aproximadamente, quince segundos. Aprovechaba los ruidosos truenos para acercarme más a Matt, quién me prestó su chaqueta para que no pasara frío con mi pijama.

Vale. Tenía que reconocer que no confiaba del todo en él. Sabía que unas horas antes le había dado una paliza a un chico y que no tenía muchas amistades. ¿Porque?

— Ya no queda mucho... —dijo antes de cruzar una calle.

Me cogió de la mano y me dio un tirón para pasar corriendo el paso de cebra. Permanecí en silencio casi todo el viaje. Él miraba izquierda y derecha todo el rato. No se que quería ver, estaba todo oscuro.

— Es por aquí. —entró en un callejón sin salida. En aquel momento pensé que me había traído para matarme. —Vamos. —dijo divertido. Al ver que no me movía del sitio, vino hacia mí. Instintivamente retrocedí. -¿No confías en mí?

— No es eso... es...

Rodó los ojos y me volvió a coger de la mano arrastrándome sin menor esfuerzo al interior de aquella calle. Se paró en frente de una casa medio quemada. El pulso se me aceleró.

"No... no por favor. No puede ser..."

Pensaba que Andy habría sido lo suficientemente listo para mudarse a otra parte de la ciudad, muy muy lejos de nuestra antigua casa. Pero no era así. Delante mio tenía a la abrasada y antigua casa en ruinas. Nuestra casa...

—¿Porque me has traído? —dije apenas susurrando a punto de derramar las lágrimas.

— En el ultimo piso hay unas vistas preciosas. Y tengo papel y boli para que acabes la entrevista. —me guiñó un ojo sonriendo, su expresión se volvió sombría al ver que estaba llorando en silencio.— ¿Que te pasa? —Agaché la cabeza. Me cogió de los hombros y se agachó para que lo mirara.

— Nada, es solo que no puedo entrar aquí. —dije limpiándome las pocas lágrimas de mis ojos.

Tenía que ser un poco más valiente en esta vida. Era vergonzoso que a cada cosa que me recordara a mis antiguos años de adolescencia me pusiese a llorar. Está bien, me hice la promesa de no volver a llorar por nada ni por nadie, y a partir de ahora lo cumpliría.

Dejé de llorar.

Dicen que para superar algo, tienes que afrontarlo ¿no?

Subí los escalones y empujé la puerta con cuidado. Ésta se abrió chirriando. Estaba todo igual, todo igual en mi mente. La posición del sofá, los muebles de la cocina... En mi mente se reconstruían los recuerdos de los años vividos aquí.

Matt me miró un tanto confuso y me acompañó al altillo, donde casi no quedaba techo. Nos sentamos en el suelo polvoriento y miramos el cielo que ya estaba amaneciendo, durante unos segundos.

— Matt... ¿Porque golpeaste ese chico? —apretó la mandíbula y me miró.

— Es... Nada.

— Vale... Matt, si nunca me cuentas nada no te podré ayudar. Y te quiero ayudar.

— Si estuvieras en mi lugar entenderías el porque de mi comportamiento. —acarició el reverso de mi mano.

Silence PleaseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora