Capitulo ocho

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Era viernes y por fin tenía tiempo libre por la tarde. Hoy Nikki había insistido en venir a casa para "hablar", y aunque pasamos más de dos horas sin cerrar la boca no podía quitarme de la cabeza a Matt.

—Pues sí... No me llamó anoche, ni tampoco hoy. —comentó Nikki tras contarme que intentó acosar al chico del que estaba enamorada.

— Bueno no te preocupes, ya vendrán otros. —intenté apartar ese sentimiento de tristeza.

— No lo creo. Él lo era todo para mi, pasamos unos momentos imborrables y ahora él me ha olvidado. —dijo echándose otra vez a llorar.

Ya había anochecido y esperaba que tarde o temprano Andy cruzara la puerta de mi habitación y me obligara a irme a dormir como el hermano maduro y respetuoso que era. El sonido de las llaves y el chirrido de unas botas hizo silenciar las próximas palabras de Nikki. Andy se asomó por la puerta con su clásica sonrisa.

Nikki se puso en pie de un salto, como un gato acorralado por perros.

— ¿¡Que haces tu aquí?! —me miró un tanto enojada.— ¿Quieres que eche a este gilipollas? —preguntó irradiando hostilidad. Andy perdió el color y poco a poco entendí la situación.

— No, déjalo. Es mi hermano.

— ¿¡Este es tu hermano?! —preguntó, o más bien gritó sorprendida. —Te odio. —le dijo a Andy con lágrimas en los ojos... otra vez.

— Oh, vamos mujer, no seas así. —dijo Andy despreocupándose del asunto.

—Este es mi caballero de brillante armadura que no me hace ni caso.—me susurró ella. Nikki estaba enamorada de mi hermano.

—Andy... no lo intentes arreglar. —el rodó los ojos y se metió en su habitación. Miré a Nikki, que estaba roja y se limpió las lagrimas resecas que aun tenia en las mejillas.

— ¿Porque no me dijiste que él era tu hermano?

—No sabía quien era el chico del que estabas tan enamorada, pero no lo tomes conmigo Nikki. Ahora hablaré con él.

—No te esfuerces. —se levantó y la acompañe hasta la puerta después de susurrarle "lo siento".

Una vez Nikki se fue, llame a mi hermano. Él bajó despacio las escaleras y supuse que ya sabia lo que iba a decirle.

—Antes de que empieces a gritarme, déjame un segundo para explicarlo. —me crucé de brazos esperando su defensa que no llegaba. —Vale, dame otro segundo.

—Andy, no puedes acostarte con todas y después pretender que no pase nada. Mírala, la has visto destrozada y a ti te da igual.

—Bueno, tranquilízate o te saldrá humo de las orejas.

Suspiré derrotada. Si seguía así, solo conseguiría enfadarme yo en vez de conseguir un poco de compasión por su parte.

—No tienes ni el valor de pedirle disculpas, Andy. —su sonrisa desapareció y sabía que ahora él cargaría contra mi.

—No me hables de valor Delia. Tu no lo tuviste a la hora de ir al entierro de tus padres. —entreabrí los labios, atónita por su recriminación.

—Vale, bien. Has ganado. Me voy a dormir.

Se frotó la cara con frustración mientras que yo subía los peldaños para ir a descansar con los ojos vidriosos.

—No, espera Delia. No lo quería decir, lo siento.

—A mi no me tienes que pedir disculpas. A ella si.

Subí hasta llegar a mi cuarto. Cerré la puerta y volví a suspirar con los ojos cerrados. Percibí un olor a tierra mojada y a humo. Abrí los ojos al darme cuenta de que alguien estaba en mi cuarto.

Silence PleaseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora