Romance de verano.

79 5 1
                                    

Banda sonora del momento: Hit me baby one more time - Britney Spears; Wanna be - Spice girls; Lady Mermelade - Moulin Rouge Version; Basket case - Green Day; Love love - Green Valley; Holiday - Green Day.

Ayer, mientras me encontraba en casa de Natalia (mi querida compañera de juergas y de estilismos atrevidos) rebañaba lo poco que quedaba de un tarro de Nutella que hacía relativamente poco que se había comprado. Y a cada colín que hundía en lo poco que quedaba del recipiente me daba cuenta de que más me gustaba.

Ya lo dice mi madre constantemente, lo bueno y breve, doblemente bueno.

La cuestión es que a todos nos da por darnos por disfrutar de las cosas cuando se acaban. Podemos valorar a una persona más o menos, pero cuando la perdemos es cuando realmente sabíamos cuanto valía.

A excepción de los amores de verano. En esos amores nos entregamos pasionalmente, porque el verano nos altera las hormonas y si ya en invierno amamos con calor a pesar del frío, en verano ardemos el doble.

Este verano conocí a un buen amigo al que aprecio cantidad. Mi amigo Javier es uno de esos casos prácticamente extinguidos de lo que yo llamo "romanticos empedernidos". Los RE suelen encapricharse fácil, dar una faceta de duro pero cariñoso y finalmente se rinden en los brazos de su amada/o. En principio, a toda mujer le encantan los RE porque suelen ser todo lo que ellas buscan en los TM (tipos malos), pero ojo, que si a la ecuación sumamos chica independiente + RE nos da una resultado de incompatibilidad alto en muchos casos. Y es que si algo no soportamos las chicas independientes, es el bombardeo a mensajes, llamadas, textos bonitos, fotos cursis y frases del tipo "para siempre". Nosotras hace mucho que dejamos de creer en los cuentos de hadas y en los caballeros andantes. NOSOTRAS llevamos la armadura.

El caso está en que Javier conoció a Ester en pleno verano. Ya sabéis, calor, piscina y la fogacidad del amor veraniego.

Este tipo de relaciones me recuerdan a los helados. En verano abren todas las heladerías, salgo y me compro un helado por día, incluso dos. En el momento me encantan, los disfruto, los saboreo y se terminan demasiado deprisa. Aunque en mi caso particular, como helado a todos los días del año. Pero supongo que comprendéis a qué me refiero con este símil.

La cuestión está en que Javier conoció a Ester en clases particulares de inglés y finalmente surgió la chispa, pero ya sabéis lo que pasa en verano. Si una chispa se prende, produce un incendio y se queman bosques de corazones.

Así que mantuvieron esa clase de vínculo entre besos, risas, agua y calor. Se divirtieron, se quisieron y cuando comenzó septiembre, terminó.

Javier no encontraba un porqué para el final de la relación. Ester ni siquiera se lo cuestionó.

Y es que, estadísticamente, un 47% de las relaciones comenzadas en verano, terminan al empezar septiembre. El verano es un lapsus de nuestra vida y eso implica que hacemos la maleta con ropa de verano, dejando todo recuerdo del invierno atrás y empaquetando nuestro corazón para que también se tome sus vacaciones.

La conclusión de toda esta historia es que no hay que darle vueltas a algo tan sencillo. 

Las relaciones de verano son como las cerillas. Prenden rápido, arde con fuerza y se apagan deprisa.

Lo que pasa en verano, se queda en el verano. Sin más.


Lo que a todos nos pasa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora