La sorpresa

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Dark casi se atraganta al oir eso. Bebió un poco de agua y se limpió la boca antes de decir:
- ¡Eso es genial!
Ganondorf solo sonrió. El chico terminó de comer y se dirigió a las cuadras a ensillar a su caballo. Estaba terminando su tarea cuando apareció su maestro.
- ¿Estás seguro de que puedo ir solo? - preguntó Dark sin darse la vuelta.
- Claro que sí - dijo Ganondorf -. Es más, tienes que acostumbrarte a estar solo.
Después de decir estas palabras tan misteriosas, el hombre se fue, dejando al chico que terminase con su tarea. Terminó y salió de la cuadra con su caballo, y a continuación se montó. Cabalgó fuera de la ciudad en dirección al desierto. Cuando llegó, estaba atardeciendo. Desmontó y una guardia se llevó a su montura. El chico corrió a su habitación, llevandose a una gerudo de ropajes blancos por delante, cayendo los dos al suelo.
- ¡Mira por donde vas, enano! - dijo la mujer, quitándose a Dark de encima.
Se levantó, se sacudió el polvo y siguió su camino. Al chico solo le dio tiempo de mascullar una disculpa, volviendo a dirigir sus pasos a su habitación, esta vez andando.
Al llegar, encontró una pequeña espada encima de su cama, junto con su funda y un escudo con el símbolo de las gerudo. Dark saltó de alegría y fue al campo de entrenamiento con sus nuevas armas colgadas a la espalda a entrenarse por su cuenta hasta que llegase su maestro.

La historia de Dark LinkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora