La sensación de ese momento era extraña, sentía que algo me faltaba dentro de mí, que me faltaba todo a decir verdad, llevé mi mano al lado izquierdo de mi pecho, pero no sentí latir mi corazón, eso causo más alarma, necesitaba verme en un espejo. Fue entonces cuando recordé a los muchachos, busqué entre los bolsillos de mi chaqueta desesperadamente mi celular, cuando lo hallé estaba apagado, lo encendí y vi que en efecto habían pasado 2 días, eran las 9.23 de la noche, en cuestión de pocos segundos mi celular empezó a sonar anunciando la llegada de mensajes de texto y de voz, la mayoría era de Adriana, Vanessa y Sam buscándome preocupados, incluso uno de los mensajes decía que la policía empezaría a buscarme luego pasadas las 72 horas de mi desaparición, lo cual no era del todo alarmante para mí, porque apenas habían transcurrido 48. Marqué el número de Adriana de inmediato
-¡ALEX! Alex dime que eres tú por favor..._ dijo con la voz quebrada y desesperada
-Sí, soy yo...
-¡Gracias al cielo! Todos te hemos buscado, Peter no me ha podido dar razón de ti, dime dónde estás, ¿estás bien?
-¿Peter no les ha dicho nada?
-¿Nada de qué? ¿Qué sucede Alex?_ me quedé callada por unos instantes
-Ponte el crucifijo, voy camino a casa a explicarles lo que sucedió...
-¿Pero dónde estás Alex? te vamos a..._ tranqué la llamada sin dejarla hablar más, miré el cielo estrellado llorando tratando de buscar una manera de no lastimarla a ella ni a ningún humano. Impresionablemente Adriana era la única humana ahora en nuestro "clan". Debía beber algo de sangre con urgencia, primero para poder controlarme mientras tenga humanos cerca, pero no tenía en mente atacar a ningún animal tampoco, la única solución era obtener sangre del banco de sangre de la ciudad, la cuestión era como conseguirla, fue entonces cuando pensé en Bea, en ella podía confiarle esa misión, busqué en el directorio el número de teléfono de Bea y marque Send. Repicó cientos de veces pero caía el buzón <<¡Demonios!>>
En vista de eso, tuve que ir yo misma a buscar la sangre, tendría que irrumpir como la propia bandida en el banco de sangre. Me eché a correr a través de los árboles de forma sobrenatural, y era obvio, era una de las cosas que más me gustaba de los vampiros, y era su súper velocidad, corrí varios kilómetros hasta que llegué a la civilización, me detuve en seco al percibir los latidos de los corazones de la gente que pasaba a mi lado, cada vez se volvían más intensos, el sonido golpeaba mis tímpanos, casi hasta el punto se sentir que iban a estallar, a ello se le suma el olor a sangre fresca, caí al suelo arrodillada tratando de soportar esa tortura y tratando de manejar los deseos de mi nuevo cuerpo
-¿Señorita se encuentra bien?_ me preguntó una voz masculina, subí la mirada y era un señor calvo con lentes de baja estatura, el señor apenas vio que subí la cabeza se echó para atrás del susto, sentí que los ojos me ardían, vi en el reflejo de un charco de agua que había en el pavimento que mi rostro no estaba nada saludable y mucho menos mis ojos que estaban llenos de sangre
-No se preocupe señor, es solo un malestar leve, se me han roto unos vasos de sangre en los ojos, solo me atacó un dolor de estómago muy fuerte, ya voy al hospital
-Hija, pero no te ves bien, déjame llevarte al hospital_ me tomó del brazo tratando de ayudarme a levantar y le arrebaté mi brazo de forma brusca
-¡NO! ¡Déjeme en paz...!_ dije sin levantar la cara, ya mis colmillos empezaban a sobre salir, la garganta me quemaba, tenía demasiada sed y un impulso casi incontrolable de atacar a ese hombre, así que decidí salir corriendo, controlando que no fuera de forma sobrenatural.
Llegué a la puerta del banco de sangre del hospital, pero desde allí podía percibir con más exactitud el olor de sangre fresca y era obvio, estaba en un hospital, donde había cientos de heridos, donde la sangre era un factor común. Me detuve un momento en un rincón mirando hacia el cielo con las manos en mi cuello, respirando profundamente con los ojos cerrados <<Contrólate, contrólate, no percibes el olor a sangre...tu puedes hacer esto...>> me dije esa frase varias veces hasta que el ardor de mis ojos bajó un poco, pero aun así la garganta me ardía, mi cuerpo reclamaba sangre. Busqué la forma de abrir la puerta del banco de sangre, para mi suerte el pasillo estaba desierto, pero la puerta estaba sellada por completo, así que tuve que emplear fuerza bruta <<A ver qué tanta fuerza tengo ahora...>> agarré con mi mano derecha el pomo de la puerta y lo halé dejando caer la cerradura y el pomo del lado de adentro cayó al suelo quedándome el otro en la mano, dándome paso libre para entrar al interior de la habitación. Dentro había una lámpara encendida dando muy poca luz a la habitación, vi al fondo un refrigerador, asumí en seguida que allí estarían la sangre depositadas, fui hasta ella y la abrí, había muchas bolsas de sangre, tomé una desesperada y la abrí rompiéndola de un tirón, la llevé a mi boca como si fuera el trago de agua más deseado del desierto, sentí como la sangre iba pasando por mi cuerpo, era una sensación sublime, indescriptible, era un éxtasis, un frenesí, pero mi cuerpo pedía más y más, bebí tres bolsas más hasta que escuché que alguien se aproximaba, pero ya era demasiado tarde, una señora vestida con una bata azul, con una escoba en la mano estaba parada en la puerta observándome con horror, gritó de forma terrible, corrí hasta ella y la mordí en el cuello succionando su sangre, se sentía mil veces mejor que beber sangre de las bolsas, era más deliciosa, sentía como cada fibra de mi cuerpo, cada musculo, cada hueso tomaban fuerza de forma asombrosa. Bebí y bebí de forma rápida cada gota de sangre, hasta que escuché a lo lejos que venía gente hacia nosotras, tomé un par de bolsas del refrigerador y cargué el cuerpo de la mujer como si fuera una caja vacía y salí corriendo de forma sobrenatural del lugar. Corrí varios metros hasta llegar a un callejón, vi mi reflejo en la ventana de un carro y vi mi rostro cubierto de sangre, era la viva estampa de un monstruo <<¿Que hice?>> abrí la tapa de un basurero y lancé el cuerpo de la mujer allí, me limpié la sangre de la cara con la bufanda y la tiré llorando, cayendo al suelo sentada recostada de una pared, me sentía terrible, había asesinado a alguien y lo peor es que ese alguien estaba en un basurero, me sentía como los asesinos en serie; miré de nuevo al cielo
-¿Por qué no me protegiste? Me prometiste que todo iba a estar bien, que todo iba a ir mejor... ¡¡¡LO PROMETIERON!!!_ grité hacia el cielo, claramente estaba tratando de comunicarme con el arcángel Miguel o con quien fuera de arriba. Me quedé allí llorando unos pocos minutos, hasta que tomé fuerzas de levantarme, ya no sentía tan fuerte esa sed quemadora por dentro. Miré a mi alrededor y aún estaba lejos de casa, no podía exponer a más humanos ni deseaba correr más, quemé el basurero donde estaba el cuerpo de la mujer que asesiné, vi el carro que estaba frente a mí, abrí la puerta con poca dificultad, vi bajo el tablero y arranqué unos cables, los pelé y los junté para que hicieran contacto y funcionara el arranque. Por fortuna la operación surtió efecto y conduje directo a casa.
tinuaҼ
ESTÁS LEYENDO
Metamorfosis
FantasyLa tercera entrega de la Saga "CIELO, TIERRA E INFIERNO". NO EMPIECES A LEER "METAMORFOSIS" SIN HABER LEIDO "CIELO, TIERRA E INFIERNO" Y "CLARIDAD Y OSCURIDAD". Tras sufrir la muerte de su hermano mayor Andres, la de su mejor amigo y posible nuevo a...