Capítulo 1: Reencuentro

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- ¡Raúl, llegas tarde el primer día de clase! ¡No me lo puedo creer!

- Hum... si... ya voy...- Mentira, me doy media vuelta, me tapo la cabeza con la sábana y sigo durmiendo.

- ¡RAÚL LEVANTA YA!

Desde que mi madre quedó en paro, hace dos años, echo de menos mi despertador. Aunque tengo que admitir que desde entonces nunca llego tarde a clase.

Me levanto agitado, no consigo recordar mi sueño y presiento que era algo importante... Aún siento el corazón acelerado. Bueno, no importa, de todos modos sólo era eso, un sueño.

Miro el reloj y veo que me he quedado pensando unos quince minutos. ¡No voy a llegar a clase! Y quedarse en el pasillo el primer día de instituto no es dar una buena imagen precisamente.

El año pasado, un chico de mi aula llegó tarde el primer día y nuestra tutora le tuvo manía durante todo el año. No, desde luego no me apetece.

Me visto rápidamente y paso al baño a peinarme. Me miro al espejo y me doy cuenta de que tengo un aspecto horrible. Mi pelo negro y rizado necesita un corte urgente, me lo mojo con agua y dejo que se seque sin más.

Me lavo la cara y froto mis ojos con fuerza. Apenas puedo abrirlos por el sueño y las legañas que se pegan mis pestañas, y a pesar de que son un verde intenso, ahora que están entrecerrados apenas parecen marrones.

Aún no tengo casi bigote, y mucho menos barba, por lo que las pecas que cubren mis pómulos quedan totalmente al descubierto. Y aunque de normal pienso que eso es una gran desventaja a la hora de conocer chicas, hoy no me arrepiento para nada.

Cojo una barrita energética, la mochila, y me dirijo hacia la puerta. Antes de salir, me miro por última vez al espejo completo del pasillo para comprobar que llevo todo en su sitio. "Algún día creceré", pienso antes de salir corriendo hacia el instituto.

Me como la barrita por el camino, qué bien sienta tener algo en el estómago. Aunque sea delgado y bajito, suelen decirme que soy un saco sin fondo.

Entro en clase justo cuando suena la campana, elijo un pupitre al final de la clase y el profesor cierra la puerta.

Me siento en un pupitre al lado de la ventana, mejor estar solo que mal acompañado, ¿no? Miro mi clase.

Menuda suerte he tenido este año... Por lo menos me ha tocado con Clara. Con ella sí que me gustaría estar ahora mismo, y siempre. Es preciosa, pero ella nunca estará sola. Siempre está rodeada de amigos y, además, su novio es muy guapo. El típico chico popular por el que todas las chicas están locas y babean cada vez que pasa a su lado. Maldito rubito de ojos azules...

Todos los demás también me parecen estúpidos. Las chicas, con las que se junta Clara, son muy superficiales y cambian su personalidad para gustar a la gente.

En cambio, todos los tíos de mi clase son brutos y unos cerdos. No me sorprende que ninguno tenga novia, y el que la tiene, que sea tonta o muy necesitada de atención.

Pero no creáis que esté totalmente solo. En los recreos me junto con mis dos mejores amigos: Elisa y Daniel. Por desgracia, este año no me ha tocado en su misma clase.

Les conocí el primer día de clase hace dos años. Ninguno de los tres conocíamos a nadie, ya que entrar en un instituto nuevo en tercero de la ESO no es nada fácil. Todo el mundo tiene ya sus grupos y, además, aquí son especialmente reacios a hacer nueva amistades.

Se podría decir que somos los marginados de instituto, en quien nadie se fija, pero nos los pasamos bien. Lo bueno de no llamar la atención es que tampoco te metes en problemas. Todo el mundo pasa de ti, para lo bueno y para lo malo.

Los Elegidos #Gemma'sAdwars2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora