LA APERTURA AL CONOCIMIENTO

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"Maldición", pensé. Me hallaba acostado sobre la roca, con la superficie áspera del borde de la piedra en mi espalda; otra vez me encontré en el río. Durante un rato largo contemplé el cielo gris, que ahora amenazaba llu­via, mientras escuchaba el fluir del agua. Me incorporé sobre un codo y miré en derredor; noté de inmediato que mi cuerpo estaba pesado y cansado, como la última vez que había abandonado la otra dimensión.

Con torpeza, me levanté con un ligero dolor pun­zante en el tobillo y caminé renqueando hasta el bosque. Saqué mi mochila del escondite y preparé un poco de comida moviéndome muy despacio, sin pensar. Incluso mientras comía mi mente se mantenía asombrosamente en blanco, como después de una meditación prolongada. Luego, muy despacio, empecé a aumentar mi energía respirando hondo varias veces y conteniendo el aire. De pronto volví a oír el sonido inarticulado. Mientras escu­chaba, vino a mi mente una imagen espontánea. Iba caminando hacia el este en dirección al sonido, en busca de su causa.

La idea me aterró y sentí el viejo impulso de huir. En forma instantánea, el sonido inarticulado se desvaneció y oí el roce de hojas a mi espalda. Me volví, sobresaltado, y vi a Maya.

-¿Siempre aparece en el momento preciso? -balbuceé.

-¡Aparecer! ¿Está loco? Lo he buscado por todas partes. ¿De dónde viene?

-Estaba en el río.

-No; lo busqué ahí. -Me miró por un instante y luego observó mi pie. -¿Qué tal su tobillo? Intenté sonreír.

-Está bien. Escuche, tengo que decirle algo.

-Yo también tengo que hablar con usted. Está sucediendo algo muy extraño. Uno de los agentes del Servicio Forestal me vio caminando hacia el pueblo anoche, y le hablé de su situación. En apariencia, no que­ría que trascendiera e insistió en enviar una camioneta a buscarlo esta mañana. Le indiqué su ubicación general y me hizo prometerle que lo acompañaría hasta aquí esta mañana. Algo en la manera en que hablaba me resultó tan extraño que decidí adelantarme a él, pero es probable que llegue aquí en un momento.

-Entonces tenemos que irnos -dije, y me apresté a empacar.

-¡Espere un momento! Dígame qué pasa. -Su expresión era de pánico. Me detuve y la miré.

-Alguien, no sé quién, está haciendo algún tipo de experimento o algo por el estilo en el valle. Creo que mi amiga Charlene está involucrada de alguna manera o puede hallarse en peligro. Alguien del Servicio Forestal tiene que haberlo aprobado en secreto.

Me miró, tratando de asimilar lo que le había dicho. Recogí mi mochila y la tomé de la mano.

-Camine conmigo un rato. Por favor. Necesito decirle algo más.

Asintió, levantó su mochila y, mientras caminábamos hada el este siguiendo la orilla del río, le conté toda la historia, desde el encuentro con David y Wil hasta ver la Revisión de Vida de William y escuchar a Joel. Al llegar a la parte de su Visión del Nacimiento caminé hasta una ro­cas y me senté. Ella se recostó contra un árbol a mi derecha.

-Usted también está envuelta en esto -le dije-. Es evidente que ya sabe que su vida tiene que ver con la introducción de técnicas alternativas de cura, pero usted pensaba hacer más. Se supone que forma parte del grupo que Williams vio venir.

-¿Cómo sabe todo eso?

-Wil y yo vimos su Visión del Nacimiento. Sacudió la cabeza y cerró los ojos.

-Maya, todos venimos con una visión de cómo puede ser nuestra vida, qué queremos hacer. Las intuiciones que experimentamos, los sueños y las coin­cidencias tienen por objeto mantenemos en el camino correcto y recuperar nuestra memoria de cómo queríamos que se desarrollara nuestra vida.

La decima revelacionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora