Capítulo 11: Ronda Final, Luke y Alex

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Los primeros rayos de sol empezaron a asomar disimuladamente entre las rendijas de la ventana, Alan lentamente abrió los ojos y estirándose se levantó del asiento.

-Vaya, me he quedado dormido en la silla.- dijo acariciándose la espalda.- vaya dolor lumbar que me espera.

Alan se dirigió a la cocina y saco un tazón de un armario el cual llenó con algo de leche y arrancó un poco de pan de una barra que estaba sobre la mesa. 

-Iré a despertar a Luke.- pensó Alan apurando el trozo de pan.

El veterano subió por las escaleras dando un largo y sonoro bostezo, golpeó la puerta de la habitación dos veces y la abrió.

-Luke, vete despertan...- Alan dejó de hablar súbitamente al ver que no había nadie en la cama.- ¿Qué narices?

Alan bajó de nuevo las escaleras gritando su nombre esperando una respuesta, que no llegó... 

El capitán empezando a ponerse nervioso cogió su chaqueta y salió rápidamente de la casa, no llegó muy lejos al ver a un joven en el jardín.

-¡Oh! buenos días, capitán.- saludó Luke, que estaba empuñando su espada.

-L... Luke ¿qué haces aquí?- preguntó Alan sorprendido.

-Hoy dormí bastante bien, me desperté pronto así que decidí salir a practicar un poco, estaba a punto de ir a correr.

-Eh... ah.. bueno.- balbuceó Alan, sin saber que decir.- ¿Has desayunado ya?

-Sí, un poco de pan y algo de cecina, tampoco tenía demasiada hambre.- Luke le entregó la espada a Alan.-¿le importa guardarla por mí, capitán?, saldré ya a correr.

-Oh... claro.- Alan la cogió y vio como Luke se fue a trote tras hacerle un gesto de despedida.- ¿Soy yo, o ha madurado?


Luke corría lleno de energía por las calles vesperianas, absorto en sus pensamientos, verdaderamente estaba lleno de optimismo, aunque ese optimismo tan solo era una puerta, un puerta que le permitía mantener encerrado el miedo de que todo... pudiese acabar ese mismo día.

Luke paró un momento a coger un poco de aire cuando algo le llamó la atención, una joven muchacha de quizás un año o dos menos que Luke, con unos ojos verdes y una larga melena plateada del mismo color y un rasgo que Luke no pasó por alto, unas orejas de elfo. Parecía estar dando vueltas sin parar y, a primera vista, parecía estar a punto de llorar.

-Hola, ¿te pasa algo?- dijo Luke acercándose a ella.

La chiquilla se quedó mirándole un momento.

-¡Socorro! ¡un acosador!- empezó a gritar.

-¡No, no, no!- Luke se vio obligado a coger a la joven y llevársela corriendo.

Luke la metió dentro de un callejón donde nadie podía verlos.

-¡Por favor, no me hagas nada! tan solo tengo trece años, aún no estoy lista.- dijo la muchacha encogida en una esquina.

-¡Ya te dije que no te voy a hacer nada!- dijo Luke jadeando.

-¿Entonces por qué me has traído a este callejón?

-¿Qué quieres que haga si me empiezas a llamar acosador en el maldito centro de la ciudad?- Luke se sentó presa del cansancio, había agotado todas sus fuerzas en esa carrera.

-¿Entonces no eres un acosador?

-Y dale, no, no soy un acosador.

-¿Y que quieres de mí entonces?

Crónicas de Thartos: El Caballero de EldesiahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora