Eran las cuatro de la madrugada, y los tres estábamos ojipláticos:
- ¿Qué demonios acaba de pasar? - pregunté sorprendido.
- Ni idea. - dijo Raúl.
- Sea como sea - dijo Víctor. - hay que pensar que hacer. Ya es de día.
Los tres miramos el Sol, asomando por el horizonte. La luz saldría en media hora.
Nos pusimos en marcha, dirigiéndonos hacia el norte. Sobre las seis de la mañana oímos un ruido.
- ¿Habéis oído eso? - preguntó Víctor.
- Sí. - contestó Raúl. - Proviene de aquel árbol.
Decidimos acercarnos, y al hacerlo vimos a un hombre (extrañamente de unos 25 años también) tendido en el suelo, sangrando.
Rápidamente sacamos de nuestras mochilas (que habíamos preparado con todo tipo de cosas antes del viaje) vendas y un poco de esparadrapo. Estuvimos parados durante horas esperando a que el hombre se recuperase.
- Gracias, mi nombre es Sergio. - dijo el chico al poder ponerse en pie. - Gracias por salvarme de la matanza que supone Los Juegos del Hambre.
- Denada, para eso... - comencé a decir, pero Raúl me interrumpió al instante:
- ¿Has dicho Juegos del Hambre?
- Sí. Minecraft ha sido capaz de transformar su mundo normal "cuadrado" en nuestro mundo normal.
- ¿Estás diciendo que estamos dentro de Minecraft? - pregunté.
- Claro. - respondió Sergio. - Es más, estamos en un superservidor con más de cien personas.
- ¿¡Cien personas!? - exclamó Víctor. - ¡Así será imposible salir de aquí!
- No creas. - replicó Sergio. - Al día suelen morir el 35% de las personas. La gente está desesperada por salir de aquí, y creen que la única manera de hacerlo es matando, pero sé que no es así.
- ¿Y cómo salimos de aquí? - preguntó Raúl.
Sergio respondió:
- Hay que llegar a una fortaleza protegida por...
- ¡Herobrines!
De la nada aparecieron dos herobrines que lanzaron dos rayos, ambos alcanzando a Raúl y Víctor, que cayeron al suelo.
Rápidamente saqué mi espada esmeralda mientras Sergio sacaba su arco y disparaba una flecha contra los herobrines.
Sorprendentemente, aunque teníamos los monstruos a menos de tres metros, Sergio falló el disparo. Uno de los herobrines pegó un manotazo a Sergio, cayendo. El otro lanzó un rayo que bloqueé con la espada. Los herobrines se habían vuelto más poderosos que nunca.
- Larguémonos aquí. - dijo Sergio. Los cuatro echamos a correr hacia una zona que Sergio nos había indicado.
Los herobrines nos persiguieron, pero resbalaron en una zona estratégicamente preparada por Sergio. No era bueno a la hora de luchar, pero era un perfecto estratega. Rápidamente mis hermanos y yo acabamos con aquellos monstruos.
- Gracias por salvarme. - dijo Sergio.
- No, gracias a ti. - contesté. - Sin tus trampas no nos habríamos librado de esos herobrines. Puedes quedarte con nosotros todo lo que quieras.
- Sí, creo que lo haré. - replicó aquel chico. - Siempre es bueno tener a alguien con armamento esmeralda cerca.
La noche caía suavemente sobre el cielo. La luna salía perezosamente. Yo sólo hacía más que pensar en Melanie, en Nacho, en Andrea y en qué había sido de la batalla. ¿Habíamos ganado? Sé que no nos daría tiempo a intervenir, ya que nos encontrábamos en Minecraft. Sea como sea, había que volver a la dimensión esmeralda cuanto antes.
ESTÁS LEYENDO
El otro lado de Minecraft
AksiyonDespués de dejar el destino del mundo a manos de sus compañeros, Dani ha vuelto al mundo real. Allí le esperan sus hermanos, Víctor y Raúl, que le comunican que sus padres han desaparecido. Además, Dani tiene que encontrar la forma de volver a Mine...