6. Chunks

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Pasaron varios días, y los cuatro planeábamos minuciosamente un plan para conquistar la fortaleza. Sergio nos proporcionó la información que había oído de boca de otras personas. En el servidor solo quedaban once personas, así que la probabilidad de encontrarse con alguno de ellos era escasa. Posible, pero escasa.

Todo estaba preparado.

- ¿Y dónde dices que está esa fortaleza? - pregunté.

- Nadie con quien haya hablado la ha visto, pero según ellos se encuentra al norte, tras aquellas montañas. - contestó Sergio señalando una cadena de montañas. - Además, he oído que allí hay un problema con los chunks.

- ¿Los chunks? - preguntó dubitativo mi hermano pequeño. - ¿Esos trozos de mapa que a veces tardan en cargarse?

- Más o menos. - contestó Sergio. - Una vez pasadas esas montañas los chunks no se cargan.

- ¿Y cómo vamos a saber dónde está la fortaleza? - preguntó Víctor.

- Con un mapa. - dije.

- Correcto. - replicó Sergio. - Estoy seguro de que los herobrines de la fortaleza deben estar programados con un mapa de ésta.

- ¿Pero sabemos dónde se encuentra ese programa? - pregunté. Sergio respondió a mi pregunta decepcionado,

- Yo sé dónde está: en la fortaleza.

Nos encontrábamos ante una situación imposible de solucionar. ¿Cómo íbamos a lograr tal hazaña?

- No importa. - dijo Víctor. - Ya pensaremos en algo cuando lleguemos.

No teníamos otra alternativa, así que partimos nada más vimos al Sol aparecer en el horizonte.

La travesía por las montañas fue larga, pero no problemática. Tres días tardamos en cruzarlas, gracias a Dios, sin ninguna dificultad no prevista.

Al alcanzar la cima la vista era impresionante: ants nosotros se alzaba una extensa niebla que envolvía un abismo cuyo fondo era inalcanzable con la vista.

- ¿Veis la fortaleza?  - preguntó Raúl. - Porque yo no...

Ante mí podía ver claramente una fortaleza.

- Yo no veo nada. - contestó Víctor.

- Yo tampoco. - dijo Sergio.

- Chicos... - empecé a decir. - Yo la veo perfectamente.

- ¿En serio? - preguntaron los tres al unísono.

- Bueno, sí... la veo borrosa, pero es por esta niebla.

- ¿Y por qué tú la ves y nosotros no? - me preguntó Sergio.

Ya le había contado a mis hermanos lo del Elegido, y habíamos quedado en no mencionarlo a menos que fuera estrictamente necesario.

- Pues no sabría decirte... - balbuceé. - Será por...

- Bueno, lo importante es que tenemos a alguien que puede ver la fortaleza. - mi hermano Víctor me sacó del apuro.

- Sí, es cierto. - ayudó Raúl. - Dani, ¿dónde está exactamente?

- Déjame ver... - agudicé la vista, tratando de buscar algo. La estructura que había visto hasta ahora había desaparecido de repente. - ¿Qué? No veo nada...

- ¿Cómo? - preguntó Sergio. - ¿Seguro que has visto algo antes?

Esa pregunta me hizo dudar.

- Da igual. - replicó mi hermano Víctor, intentando ver el lado positivo. - Yo confío en que Dani haya visto algo. Sabemos que hay algo, simplemente hay que ir palpando.

- No es por arruinarlo... - dijo Sergio. - Pero estamos en un acantilado. ¿Qué quieres, que vayamos tocando por ahí el aire hasta que caigamos al vacío?

La cosa se estaba poniendo tensa.

- ¡Oye, no exageres! - exclamó Raúl.

- ¡Pues entonces propón tú algo, no te fastidia, idiota!

Empezaba a sentir una voz.

Salta...

- ¡No me faltes el respeto!

Salta...

- ¡No me hagas sacar mi espada! - oí decir a Sergio mientras escuchaba como desenvainaba su espada. 

Salta...

- ¡Te vas a enterar!

Y entonces me lancé al vacío.

Nota del autor

¿Holaaaa, qué tal? Sí, he vuelto y espero que el capítulo les haya gustado, porque ese ha sido el principal motivo por el que tardado tanto.

Me falta tiempo e inspiración. Además, no sabía cómo seguir este capítulo, así que me he puesto a jugar Minecraft y Minecraft y Minecraft... ¡Y aquí está!

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El otro lado de MinecraftDonde viven las historias. Descúbrelo ahora