2

6 0 0
                                    

Un rato después almorzamos en el comedor, conectado con el túnel del arco grande del que Auron nos habló. Algunas personas nos lanzan miradas furtivas mientras comen, y yo no entiendo por qué destacamos tanto; al fin y al cabo solo somos personas nuevas en la Resistencia. Nada más. ¿Por qué nos dan tanta importancia?

Ubico con la mirada a Auron, sentado junto a un grupo de personas justamente en la mesa frente a mí. Pienso en ir a preguntarle algo sobre lo mucho que me miran los demás... pero creo que sería estúpido.

De repente mi oído se agudiza. Logro escuchar las palabras "laboratorio" y "llegar"... Y entonces comienzo a preguntarme si estas personas no estarán intentando llevarnos a aquellos laboratorios...

Tendría sentido si fuera así. Reunirnos en una cueva, donde no podamos escapar... para estar seguros de poder abrirnos la cabeza. El cinismo en ese plan me hierve la sangre. Intento asimilar cómo sería si todos, absolutamente todos los repelentes que nos encontremos aquí... estuviéramos condenados.

Un escalofrío recorre mi columna vertebral. ¿En serio todos nosotros tendremos la muerte como destino común? ¿La muerte por un frío y mortífero experimento?

No entiendo por qué mi madre ha confiado en ese hombre, en ese desconocido y sanguinario hombre... que planea matarnos a todos. ¿O acaso controló sus mentes con una nueva tecnología para que aceptaran? No tengo idea. Mi paranoia alcanza niveles terribles y me provoca un nudo en la garganta y un terrible deseo de huir.

-¿Sucede algo? -me pregunta mi madre al ver que me tiemblan los dedos, que están blancos como la cal. Esa posible evidencia me disgusta.

-No es nada, es que... -Vacilo-. Necesito hablar contigo después de comer.

Ella asiente mientras picotea su plato con una cuchara desechable.

-¿Ya no tienes hambre? -pregunta al ver que no toco el plato frente a mí.

-No -respondo.

El hambre ha dejado de ocupar un lugar en mi estómago, siendo remplazada por el terror.


-Creo que somos parte de un plan -digo una vez que llegamos a nuestra alcoba-. Un plan en el que todos seremos ratas de laboratorio.

He extendido el biombo completamente para alejar a las personas, y me he asomado varias veces para asegurar que no haya nadie cerca.

-¿Qué dices? -pregunta mi madre, acostada en su colchoneta.

Comienzo a caminar de un lado a otro con nerviosismo.

-Esta cueva podría ser un laboratorio y... -Trago saliva, totalmente perturbado-. Quizá nos usarán para sus pruebas.

Ella se pasa una mano por el cabello con desagrado.

-Hijo, no nos hará daño.

-¿Y tú como sabes?

-Él... realmente ha tenido un gran impacto en esta comunidad desde siempre. Es por eso que los mismos científicos lo buscan, supongo. Además, él es repelente; él pertenece aquí. Y quiere hacer justicia por los de su especie.

Hay algo que aún no entiendo.

-Pero ¿qué hizo para ser reconocido por los repelentes?

-¿Recuerdas que mencionó una autobiografía de la que salió el término "repelente"? -pregunta ella a su vez.

Asiento.

-Bueno, él la escribió. Él inventó el término. Y gracias a esa novela de autoayuda muchos repelentes lo quieren. Hizo que aprendieran a aceptarse como son.

Somos los RepelentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora