EPÍLOGO

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Estuve siete semanas en coma tras aquella noche. Fue un trabajo duro, muy duro, pero no lo suficiente como para matarme o borrarme la memoria. Soy más fuerte que eso. Mi mamá y Auron lloraron mucho cuando desperté, y yo también, debo admitir. Sin embargo, a pesar de haberme sentido culpable de ausentarme y de darles un buen susto, no me arrepiento del todo. Gracias a esa misión suicida, México es ahora un país nuevo.

Aquella noche, la última noche de Ángel Yaba, estaba programado el saqueo-rescate. Auron y Shara, junto a un ejército de rebeldes, sometieron frenética y triunfalmente lo que quedaba del Recinto. Lo que no estaba programado era la muerte del presidente. De todos modos, eso simplificó todo.

Se deshicieron del laboratorio ya que no creían que fuera necesario para el desarrollo del país. De hecho, ninguno de nosotros lo creyó, nunca.

Los líderes de las Resistencias de cada zona, incluyendo a Auron Kaang, fueron lanzados como representantes del gobierno. Todas las ciudades que las guerras destruyeron han sido restauradas. Las Resistencias, muchas en realidad, son usadas como sindicatos y Centros de Asistencia en los que se ofrece todo tipo de ayuda a las personas.

La economía es una de las cosas que más han mejorado. Quitaron todos esos impuestos innecesarios como se le quita la suciedad de pájaro a un parabrisas, y ahora los pobres no se hacen más pobres, ni los ricos más ricos. El dinero es algo que la gente gana honradamente, y no robando de ninguna manera.

Los repelentes, al igual que todos los rebeldes, han salido de sus Resistencias y se han enfrentado al mundo real después de muchos años. Ahora tienen hogares simplemente donde ellos quieren, fuera de sus escondites, y tienen vidas nuevas. Cuentan con la seguridad de que nadie estará intentando capturarlos como si fueran culpables de algo.

Por supuesto que no lo somos.

Auron nos ofreció a mi mamá y a mí vivir cerca de su Centro de Asistencia, y a ella incluso la invitó a unirse al gobierno, pero ambos preferimos regresar a nuestra casa. Cuando llegamos aquí, todo fue demasiado para mí: me tiré al suelo y lloré, lleno de felicidad. Finalmente estaba en mi propio hogar; mi bello hogar, al que no cambiaría por nada.

Volví a ver a mis amigos y a mi familia después de mucho tiempo. Les conté lo que hice, las aventuras que tuve y cómo ayudé a liberar el país... Anécdotas excitantes y valiosas.

Poco a poco todo ha regresado a la normalidad; solo que no es una normalidad pretendida ni conformista, sino una verdadera, bonita y pacífica, en la que nadie teme salir a las calles, ni hay necesidad de sentirse valiente al hacerlo. Estamos protegidos.

Y en cuanto a mí...

Fui atendido en un hospital, y con el tiempo y el trabajo de muy buenos doctores me restauré por completo. Estoy muy agradecido por poder seguir viviendo mi vida en su curso natural, por seguir pasando por cosas, tanto buenas como malas.

A veces miro hacia atrás e intento recordar cómo era todo hace unos años, y es increíble lo mucho que ha cambiado. Comenzando por mí: mi perspectiva sobre la vida ya no es la misma, y quizá sea malo que piense así solo porque estuve cerca de la muerte, pero es solo como son las cosas, mis vivencias, y no tengo por qué cuestionarlas. Al contrario; soy afortunado de haber aprendido esa lección.

Antes yo no era tan valiente, ni me creía capaz de hacer cosas como las que hice. No me imaginaba que una liberación tan grande y fuerte pasaría, ni mucho menos que yo podría ayudar a que sucediera.

Antes, los repelentes que estábamos en peligro de ser capturados éramos sobrevivientes, pero para mí ser sobreviviente significa ser alguien que huye estratégicamente de flechas que son disparadas por el enemigo y con esfuerzos logra salir vivo.

Y eso no nos define ahora.

Lo que somos y hacemos ahora es distinto: en lugar de huir de las flechas, nos quedamos donde estamos; las flechas no nos hacen daño, por mucho que nos disparen. Ahora tenemos el coraje y el equipo para atacar de vuelta; pero no para vengarnos, sino para defendernos y proteger lo que es nuestro. Lo que merecemos.

Somos supervivientes.

Somos los RepelentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora