La desdicha de amar

Capítulo 9 "Sorpresa"

Nota: 1. Este capítulo es narrado por Mateo. 2. Mateo en multimedia. 3. Este capítulo no es tan largo.

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Me levante un poco antes del medio día, mi cuerpo me pesaba no se si sería por la cena de ayer o por la noticia que Isabela tenía novio, había regresado a ésta ciudad con un solo propósito.

Conquistarla.

Es hermosa, Esteban no se la merece y lucharé por ella, anoche cuando la ví, quería abrazarla lo cual no pudo ser gracias el idiota de Esteban que llegó a arruinar nuestro encuentro, pero no me aguanté las ganas de darle un beso, aún que fuera de despedida, otra cosa que también me pareció extraño fue verla hablar con Leonardo, según yo ellos ya no se hablaban, pero eso es lo de menos, el que me robó el corazón de Isabela es Esteban pero no será por mucho tiempo.

La llamaré.

-¿Con quién hablo?

Si dulce voz alegro mi mañana.
-Isabela, soy Mateo.

-¡Oh! Hola, que sorpresa.

-Anoche te dije que deberíamos salir.

-Claro, cuando quieras.

-¿Te parece hoy?  ¿será con tu novio?. Pregunté ansioso

-No lo creo y está bien.

-Entonces te pasaré a traer.

-Mejor nos vemos en la cafetería Treflí, hasta las 3.

-ahí estaré.

-Está bien, Adiós. Dijo y colgó.

Me levanté de inmediato, me fui a bañar, me puse una camisa blanca y una chaqueta azul, me peine hacia un lado como recordaba que le gustaba a Isabela.

Bajé a la cocina, cuando pase por la sala no había nadie, supuse que mi madre se había ido a trabajar, mi padre estaba de viaje y mis hermanos en el colegio; así que haré preparé mi desayuno.

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Estaba listo para mi encuentro, no quería llamarlo cita. No sería correcto.

Salí a buscar la cafetería en la que habíamos quedado, el día estaba despejado.

Mientras caminaba buscaba con los ojos el nombre de la cafetería. Cuando la ví entrando a la dichosa cafetería ella estaba hermosa, tenía el cabello trenzado, un vestido azul marino que la hacia ver aún más hermosa.

Entré a la cafetería.

-Isabela. Dije dándole un abrazo por la espalda.

Ella simplemente sonrió y quitó mis brazos. -¿Nos sentamos?

-Claro. -Dije indicándole el camino con mis brazos. - Pasa.

-Gracias. Dijo sonriendo.

Nos sentamos, llamamos al mesero, cuando de repente alguien tocó mi hombro, noté que la cara de Isabela estaba sorprendida. Volteé.

Leonardo.