Creo en aquella princesa que jamás necesitó de nadie para ser ella misma, que tampoco tuvo que ser rescatada.
En aquel niño travieso cuyo coraje le dio alas para remontar el vuelo sobre las nubes.
En aquel minero con el corazón de oro y un gran sombrero de corsario.
Pero, sobretodo, creo en las hadas.