Se marcha sin mirar atrás, sin decir adiós. Se va para olvidar todo lo que un día tuvo, como una sombra escurridiza del pasado.
Todavía no lo sabe, pero es mucho lo que deja atrás. Como aquella vieja canción que solía escuchar y todas aquellas cartas que jamás conocieron destino alguno. Como aquellos largos paseos y todas las horas perdidas. Como las lágrimas saladas, los besos robados y los sentimientos equivocados. Como amor no correspondido. Como el primer amor.
Se va para volver con la cabeza gacha y el corazón triste. No es más que otro Niño Perdido camino de Nunca Jamás. Otro iluso que cae en la trampa del amor. Que piensa que puede olvidar y todo cuanto hace es recordar, con pesar a veces, con el pecho henchido de alegría otras.