Esperaba conquistar el mundo, acariciar las estrellas con la punta de los dedos y abrazar la luna. Y entonces, de pronto y sin aviso alguno, apareciste tú con aquella mirada soñadora. Con pecas como constelaciones, meteoritos en el fondo de tu pecho y galaxias en tus ojos. Y dime, ¿quién quiere estrellas pudiendo tener el universo entero?