Siempre es igual, lloro mucho y me recupero, pero al fin y al cabo siempre terminas con todo, en este caso, fue con mi tranquilidad.
"¿que pretendes?"
Te preguntaba al borde de las lágrimas, habías llegado a la puerta de mi casa, buscándome
"¿por qué lo haces?"
Y tu sólo bajabas la mirada.
"Vine a verte"
Dijiste en voz baja, me reí en tu cara, que irónico, ¿no?, durante 4 años desapareciste, te olvidaste de mí y luego vienes como si nada, te odié en ese momento, te cerré la puerta en la cara y entré a casa, era mi refugio, en donde podía llorar con tranquilidad sin ser juzgada.