15. Imperdonable

1.3K 102 29
                                    

Pensaba que aquella noche en la enfermería no podría conciliar el sueño, pues además del hecho de no estar en mi habitación, la información que había escuchado en la conversación entre Severus y Dumbledore no nos había dejado indiferentes a Hannah y a mí. Pero cuando Madame Pomfrey pasó a darme las buenas noches, y me dio un poco de aquella poción, caí en un sueño tan profundo, que cuando abrí los ojos de nuevo, la luz del sol ya atravesaba los ventanales del lugar.

En mi piel apenas quedaban algunas manchas, producto de las enormes pústulas que me habían salido, pero ni rastro de pus o hinchazón. Eso no bastó para evitar ser objeto de miradas y cuchicheos cuando salí de allí y me encontré con algunos estudiantes en los pasillos.

Así que Lucius Malfoy estaba revolviendo las cosas en el Ministerio. Eso no me extrañaba nada, pues él siempre tuvo esas aspiraciones desde aquellos años en Hogwarts. La pregunta que rondaba por mi mente (y seguramente la de Severus y el director) era exactamente qué buscaba, y qué relación tenía con las personas que habíamos regresado de la muerte. Entonces Draco no estaba mintiendo y sí sabía algo. Tal cual como él decía, no podía ser casualidad.

Era domingo, y los jardines estaban repletos de estudiantes que se relajaban de una semana llena de deberes y trabajos. Hannah estaba a sólo unos metros del lago, y tenía en su regazo un montón de ranas de chocolate.

—Te ves mucho mejor —reconoció la rubia, cuando me senté sobre la hierba, a su lado.

—Díselo a los que me miran mal por los pasillos.

—Bueno, pero ¿qué se puede hacer? Tú no tienes la culpa. Tú naciste con esa cara.

Mi cara de ofendido dio paso a una carcajada, que no tuve ningún reparo en dejar salir.

—¿Qué has pensado de lo de anoche?

Tardé unos cuantos segundos en contestar, mientras rascaba mi barbilla.

—No me lo he podido sacar de la cabeza. ¿Por qué el Ministerio está metido en esto?

—No lo sé —respondió ella—. Aunque ya ves que ni siquiera Dumbledore está seguro de lo que pasa. Y no creo que lo que esté tramando Lucius sea algo bueno.

—Le prometí a Dumbledore no hacer nada más... —susurré.

—¿Y vas a hacerle caso?

—Estoy buscando la forma de desobedecerle sin quedar como un traidor.

—Nada de pociones... —dijo ella, suplicante.

—No, no. Nada de eso. Pero no quiero quedarme de brazos cruzados.

—Bueno, ambos sabemos que hay algo. Anoche mismo lo escuchamos. Si el director te ha ocultado lo del padre de Draco, es porque sabe que no te resistirás a averiguar algo más.

—De todas formas, ¿cómo lo haría?

—Bueno... tal vez necesitemos algo más simple.

—¿Más simple?

La chica sonrió levemente, y luego buscó en su mochila, de donde sacó una soga de color beige, con lo que parecía un par de orejas humanas, ubicadas en cada punta.

—¿Son...?

—Orejas extensibles. De Sortilegios Weasley.

—¿Qué tan efectivas son?

Más allá [Regulus Black]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora