No me puedo creer que haya salido corriendo de la cafetería. He dejado a las chicas como mi mochila allí, no sé qué demonios me ha pasado. Jamás había tenido una sensación como ésta.
Mi cerebro se ha cortocircuitado hasta tal punto que me ha hecho huir como una niña para esconderme en el baño. He lanzado los cubiertos al mueble de la entrada de la cafetería como si me quemaran, y todo por no verle la cara a Alex.
Esta situación no puede volver a repetirse. No si quiero conservar la poca reputación que me debe quedar en la universidad. Habrán pensado que estoy loca.
"¿Lo estoy?"
Después de mi visita al baño, y tras infundirme fuerzas mirándome al espejo siguiendo los consejos de los libros de autoayuda de mi madre, decido ir al aula del examen, si no salgo ya acabaré viviendo aquí, y no es un buen sitio donde crear un hogar.
Entrando por la puerta veo a James sentado en el pupitre que vamos a compartir, solo espero que no sea Alex quien ocupe el tercer sitio de este pupitre de tres plazas.
"¡¿En qué universidad hay pupitres de tres plazas?!"
Aquí todo el mundo llama a James "Jay", él mismo se puso el mote el primer día de universidad, decía que el único que le llamaba por su nombre era su padre hasta que murió. No le conocíamos hasta que empezamos por qué no se crío aquí, sino en Maine.
Es de media altura y de pelo corto, tremendamente guapo e irremediablemente gay. Durante un tiempo me gustó, claro que eso fue hasta que descubrí que yo no entraba en sus preferencias, vamos, que estaba totalmente fuera de ellas. Me río con él tanto como con Liara, me gusta tenerle aquí, y más ahora que ella está en la otra punta del planeta. Su carácter transparente y su locura perpetua me encantan.- ¡Buenos días, Lu! - es la única persona que me llama así y aún conserva la cabeza para poder nombrarme. Éste dichoso mote también lo inventó él mismo, y aunque odio que me llamen así, es tan tozudo que nunca he podido hacer que me llame de otra forma. - ¿Dónde están las chicas? - Me pregunta cuando me siento a su lado al fondo de la clase.
- ¡Buenos días, Jay! Pues... Las he dejado en la cafetería. - Respondo con un hilo de voz.
- Ah, ¿Y por qué no viene Gwen contigo?, ¿Ella también tiene examen no? - Juega con un rizo de mi pelo, hace igual que yo con el pelo de Juliette.
"Ah, eso..."
A ver cómo le explico que he salido huyendo porqué hay un chico que impide que mis neuronas hagan buen contacto.
"Impide que hagan contacto sin más, ni bueno ni malo, Luci"- Fantástico, hasta mi propio subconsciente me humilla.
- Hmm... - Busco palabras para explicar algo que no tiene explicación, y me estoy planteando seriamente salir corriendo otra vez. Podría hacer de ello una forma de vida. Salir huyendo siempre, tendría buenas piernas de tanto correr. Aunque probablemente también algún que otro infarto por la adrenalina.
- Luu estoy esperando... - canturrea tirando con suavidad de mi mechón. Tiene la barbilla apoyada en la mano con la cabeza ladeada, una expresión soñadora en el rostro mientras juega al tira y afloja con un mechón de mi pelo. Cada día le crecen más plumas, no entiendo como no lo vi cuando le conocí.
- Pues a ver cómo te lo explico... - La frase sale pausada ya que sigo dudando si debo decírselo o no. Me decido a explicárselo, pero no sin antes aclararle un par de cosas. - No lo saben ni las chicas así que mantén la boca cerrada si sigues queriendo mi manta de franela plateada. - Le digo en tono amenazante mientras le dedico una mirada amedrentadora.
- ¿Ésa mirada de cachorro es con intención de asustarme?, ¡Ja!, Después de tener por ex a un psicópata chantajeador no me vas a asustar poniendo caritas. - Su ex no era tan malo, pero sí que tenía bastante mal genio. - Anda, explícale a tu súper amigo Jay lo que pasa y no juegues con mis sentimientos nombrando esa preciosa manta que algún día será mía. - Me dice dándome palmaditas en la mejilla y poniendo morritos. A veces es realmente odioso.
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DIATHAN. El despertar de la piedra lunar.
ФэнтезиMi nombre es Luci y tengo dieciocho años, o por lo menos eso es lo que creía hasta hace pocos días. Mi vida en Portage Lake era tranquila y común. Tenía unas amigas maravillosas, una madre algo despistada, e iba a la universidad como cualquier chica...