𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐈𝐑𝐃 𝐀𝐍𝐃 𝐓𝐇𝐄 𝐖𝐎𝐑𝐌 ★ Bucky Barnes.

CHAPTER FOUR

"LA JAULA DEL AVE"

ERYAN

Londres, Inglaterra.

2016

  Trabajar para Darko Enterprises podía convertirse en un enigma sumamente indescifrable. Las migajas de pan podían hallarse frente a ojos de cualquiera, un camino simple, fácil de develar, sin embargo, sería lo mismo que encontrar una aguja en un pajar luego de algunos segundos de distracción, tomaba forma sólo para perderla en cuanto aparecía una nueva interrogante. La mano izquierda de la compañía estaba totalmente cegada a las actividades, mientras que aquellos con un puesto mucho más alto lidiaban con el panorama completo. Mi acuerdo con Glass me llevó a convertirme en una de las preciadas manos izquierdas, útil, pero con una mano atada a la espalada y conocimiento limitado, poseyendo un rango que surcaba peligrosamente el borde de la alta posición, no lograba acceso legítimo a la información que yo requería. Al igual que nuestro propósito en general.

  Podría decirse que entregué mi integridad a cambio de una ínfima garantía de vida pacífica, tenía un trabajo estable, de buena paga, donde me ofrecían más de una comodidad y aseguraban lo mismo para mi hermano, trazando así una línea moral que, incluso siendo capaz de hacerlo con las habilidades que se me habían otorgado, no me atrevía a cruzar. ¿Por qué? Nos estaba yendo bien, sin siquiera la sombra de grandes problemas, estudios o misiones que amenazaran a mi integridad del todo. Éramos un experimento y nos habían vendido al mejor postor con la intención de desarrollar a fondo cualquiera de nuestras habilidades, mas no demostraron interés en explotarlas, las aprovechaban, no de una manera excesiva. Nos necesitaban y nosotros a ellos.

  Quizá más a mi hermano de lo que a mí se me era requerida.

— ¿Realmente crees que hay algo malo detrás de todo esto? —interpeló, en un tono que arañaba la delgada línea entre molestia y preocupación que Yosef solía utilizar, obviamente concernido por mis cuestionamientos, mas no lo suficiente como para abandonar sus propios intereses a raíz de ello.

  Me limité a arrugar la nariz, en una clara expresión de confusión, dubitativa respecto a plantearle mis teorías, sabiendo que quizá no podría explicárselo sin caer en la subjetividad de mi persona. Le molestaría, pues no llevábamos siquiera un mes allí y él estaba emocionado con su nuevo proyecto.

— Tal vez —respondí, encogiendo levemente los hombros y aquello pareció desencadenar una inusual reacción en él. Una amarga exhalación le abandonó los labios, similar a una risa arrogante, sarcástica y negó cuantiosas veces con la cabeza, frustrado. Yo fruncí el ceño, encontrando la misma emoción—. Olvídalo, Yosef.

  Aquella noche marcó el comienzo de extrañas y tensas conversaciones nocturnas. Yosef se preocupaba por mí y mi inseguridad respecto a la decisión tomada e intentaba convencerme de que todo estaba bien, al tiempo que yo, víctima de mi propio engaño, era incapaz de creer a un bando o el otro, en una constante encrucijada que, nuevamente, no me atrevía a romper utilizando mis habilidades. No porque les temiera a ellas, sino porque no estoy segura de qué haría si me encontraba con alguna de las verdades sospechadas, si perdía a mi hermano por ir demasiado lejos, si él decidía dejarme a un lado. Después de tantos años juntos, la idea de separarnos me resultaba escalofriante, incapaz de pensar en un futuro donde su presencia no estuviese cercana a la mía, donde no formara parte de mi vida. Siempre había sido mi apoyo, me cuidaba y yo a él, abandonarlo tampoco sonaba prometedor.

  Con el pasar de los meses, pese a mi interno cuestionamiento, las insistencias en que todo estaba bien me abrumaron lo suficiente como para, a medias, comprender que lo mejor para nosotros era quedarnos allí.