Fin

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Ignoré su pregunta, lo empuje y entré, un gemido de dolor salió de sus labios arrepintiéndome al instante por ser tan brusca, evito mirarlo para no ver esa mueca de dolor, acabo de decidir que no importa, haré que me escuche lo quiera o no, entro en la sala y me paro en seco al ver a una preciosa rubia sentada en el sofá del hombre que creía mi novio, del hombre que creí que me amaba, la mujer al verme sonríe y se levanta.

- así que tú eres la razón por la que Jase le dió la paliza del siglo a los hermanos Campbell - dice mirándome de arriba abajo como si no entendiera por qué hizo eso.

Miro a Jase esperando que diga que es mentira, que las magulladuras de su cuerpo no son culpa mía, pero su mirada fija en mí me lo confirma, no debió hacerlo, debió dejarlo estar.

- la puta que se acostó con los tres- continua la rubia.

Apreto los puños esperando a que Jase me defienda pero no lo hace, se mantiene callado, ni siquiera parece molesto por el insulto, no reconozco a éste hombre frente a mí, no es el mismo hombre del que me enamoré .

- tú no sabes nada- gruño fulminándola con la mirada.

La rubia es de mi tamaño, más delgada, piel blanca de porcelana, ojos color miel, se nota que viene de esas familias podridas en dinero por su ostentosa forma de vestir, ropa de marca, colgante de oro que grita "robame".

- mira putita, la que no parece entender eres tú, Jase es mío, vete de aquí y así puedo curar las heridas de MÍ novio- gruñe agitando las manos para que me vaya.

Nuevamente miro a Jase, deseando con todo mi corazón que lo niegue, él no me puede hacer ésto, no puede, él no es así, pero Jase desvía mi mirada y mi corazón se hace añicos.

- mira rubita, si no te largas te quitaré esas extensiones una a una, ¿entendiste?- rujo furiosa.

La rubia retrocede un paso, Jase me coge de la mano para que no siga caminando pero de un tirón me deshago de su agarre, no quiero que me toque, no después de haberla tocado a ella, lo miro sin saber que debería hacer, debería odiarlo pero solo me siento traicionada, herida, tonta, oigo como la rubia anuncia que estará arriba, al parecer entendió que aquí sobra, ninguno la mira cuando se va.

- dijiste que me amabas - susurro.

Intento que mi voz suene con rabia pero sale herida, soy una loba herida, nunca mejor dicho, quién me lo iba a decir, otra vez lastimada.

- dije que te amaba antes de saber que no eres mas que una puta que se acuesta con dos hombres a la vez y deja que....

No le dejo terminar la frase, mi mano impacta en su magullada mejilla, se oye un quejido por su parte y por un segundo, por un solo segundo quiero pedirle disculpas por ser una bruta pero lo reprimo, se merece el dolor, sobo la palma de mi mano, le di muy fuerte.

- si eso es lo que piensas de mí, supongo que no hay mas que decir.

Suelto un suspiro, aunque le diga como pasó todo en realidad no me creería, en su mirada veo que se arrepiente de haberme dicho que me ama.

- No. Ya firmé el contrato con el patrocinador, mañana me iré y ya no nos volveremos a ver - dice sin mirarme.

Con una media sonrisa asiento, le doy un beso en el cuello a modo de despedida antes de irme de su vida para siempre, si él no me quiere en su vida, yo tampoco lo quiero en mi vida, no me apartó, simplemente se dejó hacer, tengo muchas cosas que hacer antes de procesar sus palabras y derrumbarme como es debido, mañana me iré y tengo que hacer muchas cosas. De camino a casa le envío un mensaje rápido a Aida pidiéndole que haga algo por mi.

Adicta a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora