Mientras que los estudiantes normales dormían, Hazz hablaba con su mejor amigo muerto, y mejor aún, al cual él había matado...-¿Sabes algo Fred? .-preguntó inexpresivo como siempre.
-¿Qué?
-Incluso muerto sigues teniendo un muy buen culo.
-...Gracias...¿Supongo?
Y su amigo volvió a callar recostado en su cama, en ese mismo instante el espíritu de su amigo yacía mirándolo desde arriba levitando.
-Hazz...¿No prácticas la necrofilia...o sí?
-No te maté para violarte.
-¿Por qué estas tan calmado con el hecho de haberme matado?
El peli.negro dudó antes de responder, era una cuestión que podía responderse de diferentes maneras, una de ellas sería tan fácil como decir "Me gustas"...o más bien, tan difícil como aquello.
-No me arrepiento .-se siente idiota después de decirlo.
Pero no tan idiota como se ha sentido toda su vida, cuando lo juzgaban por como era.
Hazz Westling era el marginado del grupo, el que tenía problemas mentales, su visión del mundo estaba realmente demacrada.
Lo que hizo que todos lo juzgaran comenzó cuando tenía doce años.
"No quiero tener hijos porque tendría el impulso de lastimarlos, ni casarme porque las mujeres son asfixiantes, y si pudiera vivir con alguien sería con Fred, pero las mentes cerradas nos juzgarían ¿Lo harían verdad?"
Esa fue la respuesta de Hazz a la incógnita "Quieres formar una familia? "
Y desde ese día se dieron cuenta de que Hazz tenía problemas, y de que se quedaba en blanco durante las clases, y de que sus respuestas eran largas e insípidas, toscas y directas.
Un día Hazz tomó un estilete y corto su muslo para después pintar con su sangre. Luego dijo que no tenía acuarela roja, y que de todas formas nadie iba a querer prestársela.
Y la maestra llamó a sus padres, y Hazz faltaba mucho a clase, y a nadie le importaba.
Pero ese nadie tenía nombre, Fred Frederiksberg, ese niño que pasaba por la mente del peli.negro todo el tiempo.
Fred Frederiksberg, el niño sociable, al que todos querían, al que las niñas le pedían todo, no era el popular, pero era el amigable, no era el apuesto, pero era el tierno.
Pero al menos era alguien...
-Te perdono .-dijo el alma de Fred.
-No .-respondió casi al mismo tiempo, Hazz.
Y hubo un largo silencio.
Y Hazz extendió su mano, rodeó el cuello de Fred, y descubrió que podía tocarlo, no sentía piel, ni calor, pero una pequeña capa de concreto, fina, y delicada, y se sintió feliz.
Fred miró en las oscuras pupilas de su amigo, y algo en él despertó, tal vez algo que era tarde como para sentirlo.
Iba a preguntarle a Hazz que hacía, pero no hizo falta.
El de ojos oscuros unió sus labios con los casi intangibles de su mejor amigo, y sonrío mientras lo hacía.
El otro por su parte no entendía.
-¿Por qué fue eso? .-preguntó Fred al separarse.
Y Hazz no respondió, fingió que miraba hacía otra parte, y eso fue suficiente para Fred.
Con ese beso lo había entendido.
Le amaba.
Y Hazz le amaba también.
Pero había una frontera que hacía que todo fuera triste, cuando debería ser muy feliz.
La vida y la muerte no son cosa de juego.
Pero la cordura de Hazz era algo preocupante, no entendía porque lo había matado.
No sentía como si lo odiase por ello.
Hazz siempre había hecho cosas sin sentido, como un ser fuera de sí, pero por alguna razón...
Las cosas que hacía siempre tenían una razón coherente para él.
Y ese beso también no había sido una excepción.
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Short StoryEn el verano pasado, durante un viaje escolar, mientras nadie veía lo que sucedía en las húmedas costas, Fred murió ahogado. No se trata de un accidente, es asesinado. Y por cuestiones que dejaremos al destino, no descansa en paz. Se ve obligado a e...