Ahí se encontraba Hazz, tratando de desayunar con los demás del grupo, o más bien, lejos de ellos.
Y su mejor amigo, amor desde la infancia, y justo ahora platónico, se encontraba haciendo escándalos por los alrededores de la cabaña.
-¡¿Quién mierda rompió ese macetero?! .-vociferó el guía.
Todos los estudiantes se miraron y señalaron entre sí, nadie quería limpiar los trozos de algo que no habían roto.
-Psss .-Hazz llamó discretamente-. Debes dejar de romper cosas Fred, alguien puede salir pagando.
-Estoy muerto. Hago lo que quiero, cuando quiero, como quiero .-espetó.
Su amigo dejó escapar aire, no tenía energía suficiente para discutir...con un espíritu.
Esa mañana estuvo llena de las maldiciones que soltaba el guía ante cada pieza de porcelana, barro o vidrio que se rompía.
Y de las cuales. Nunca encontraban al culpable.
Más tarde organizaron una caminata alrededor de las costas, y Hazz obligado tuvo que ir.
Pero este muchacho tenía otros planes.
-Fred.
-¿Seh? .-reaccionó su amigo a lo lejos.
-Ven un segundo.
Y así lo hizo el difunto castaño, llegó hasta su amigo y mirándolo a los ojos inquirió.
-¿Qué?
Por otra parte Hazz sabía lo que estaba a punto de decirle, lo que no sabía, era que tanto podía cambiar las cosas el que Fred lo supiera.
Suspiró -Me gustas. Fred. ¿Soy asqueroso, verdad? Vamos, se que lo soy. Pero...Me gustas, desde que he tenido voluntad de vida, ha sido por ti. La única razón por la que me he levantado hasta hoy en día... Eras tu.
Y ese "eras" trajo algo de pánico al rostro de Fred, pero no dijo nada.
-Y...te maté por que tu felicidad vale más que la mía, y no puedes ser feliz en un mundo como este, ni en una realidad como esta. Y no mereces ser visto como un suicida.
-Hazz yo...
-Las vi, vi las marcas en tus caderas y en tus muslos. ¿Por qué te hiciste daño? Tan poco querías vivir a mi lado...
El peli.negro lloraba, y su amigo no podía llorar ya que no quedaba líquido en su cuerpo astral. Pero aún así su rostro era más expresivo que nunca.
-Me gustas. Y pensé... Pensé que serías condenado al infierno si te matabas a ti mismo, así que yo...yo me condené a mi mismo.
-Hazz, no...¿Por qué?
-Me gustas... Solo debo morir yo y...estaremos juntos de nuevo.
Trató de sonreír, pero el rostro de Fred era ahora una mezcla de emociones indescifrables. Y Hazz tuvo miedo.
Miedo de no gustarle a su amigo, miedo de ser arrastrado al infierno ahí mismo, miedo de llegar tarde y que el guía lo ponga a hacer sentadillas...
Pero en gente como Hazz el miedo no duraba demasiado.
Él provocaba el miedo, no lo sentía.
-Tu también .-dijo Fred.
-¿Qué? .-preguntó un sorprendido Hazz.
-Tu también me gustas...
Y Hazz descubrió que los muertos podían sonrojarse.
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Under
Short StoryEn el verano pasado, durante un viaje escolar, mientras nadie veía lo que sucedía en las húmedas costas, Fred murió ahogado. No se trata de un accidente, es asesinado. Y por cuestiones que dejaremos al destino, no descansa en paz. Se ve obligado a e...