-Buenas noches-
-Buenas noches joven ¿cómo está?-
-Bien, ¿y usted?-
A su edad de 95 años Mariana había vivido tantas cosas que le gustaría decir que nada le sorprendía. Sin embargo aquella frase pronunciada en la fresca noche de un 10 de octubre en el número 14 de la calle Bermes cambiaría el resto de (esperemos con dudas en nuestro pensamiento) su vida.
Mariana Fretchment había nacido en una fría noche de 1920 y el clima del día de su nacimiento fue como una especie de oscura y retorcida profecía para toda su vida.
Al ser hija de un importante empresario alemán pudo gozar de privilegios que normalmente en su época no se daban, pero podemos decir que faltó ese elemento indispensable en nuestra corta vida humana.
Amor.
Vio pasar delante de sí misma guerras, ideologías, descubrimientos, conflictos, etc. Pero en su familia eso era poco. Lo importante era casarse y formar una familia estable.
Mariana aprendió de eso a ver la vida pasar y ni siquiera inmutarse.
A ser ciudadana responsable, pero también un robot.
Ni cuando murió el bebé que era su hijo derramo una sola lágrima.
Ni cuando se quedo solo en este mundo profirió un solo grito de auxilio y menos aún rió realmente cuando se casó con el esposo que sus padre habían escogido.
Entonces, ¿en qué era diferente esa pregunta al resto de su vida junto con todos esos eventos que inmutan el espíritu humano?
¿Cuál fue el porque de esa lágrima escapados de esos profundos pozos de ojos azules?
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40 historias sin fin
Short StoryLa mente humana se compone de diversas partes y cada una de ellas es un planeta en medio del cosmos mental. Es por ellos que la creatividad y el talento es algo innato en el ser humano. Solo es necesario buscar más allá de nuestra estrella. En ciert...