El vestido ceñido que llevo, un modelo rojo del diseñador Hevré Léger, no es mío. Es de mi amiga Hyomin. Ayer me hubiera dado risa imaginarme con algo tan provocativo. Mañana descartaré la idea de volver a ponérmelo sin pensarlo dos veces. Pero...Hoy es una noche de excepciones.
De pie en el centro de la habitación que Hyomin y yo hemos reservado en el hotel Venetian, tiro del bajo vestido. ¿Seré capaz de sentarme con este atuendo?
-Estás buenísima- me susurra Hyomin mientras se sitúa a mis espaldas para colocarme el pelo, lacio y negro, tras los hombros. Sus movimientos me resultan demasiado íntimos y me siento un poco expuesta.
Me alejo y me retuerzo intentando ver en el espejo cómo me queda el vestido por detrás.
- ¿De verdad voy a salir así?
- ¿Es broma?- Hyomin parece confundida y rechaza mi pregunta con la cabeza-. Si ese vestido se me viera la mitad de bien que a ti, ¡me lo pondría diario!
Estoy acostumbrada a llevar trajes. No el tipo de trajes que llevan las mujeres en las películas, si no en las que trabajamos en consultoría internacional en la vida real. Con el que te olvidas prácticamente que eres una mujer, y que eres un ser sexual. Este vestido entona una melodía que jamás había yo cantado.
-Con este atuendo lo único que podré comer será un bastoncito de zanahoria- me quejo contemplando el escote.
No llevo sujetador. Lo único que conseguí meter bajo el vestido fue una tanga diminuta. Esto está diseñado para marcarlo TODO..., lo cual me produce sentimientos encontrados. Me da un poco de vergüenza, lo cual no es de extrañar, me siento depravada por ponerme esto, aun así Hyomin tiene razón: estoy «buenísima».
Nadie me había atribuido un adjetivo similar. Nadie lo hace. Todo mundo describe a Ham Eunjung como alguien responsable, digna de confianza y formal.
Por esa razón la castaña me ha arrastrado este fin hasta Las Vegas. Quería que perdiera el control antes de entregarme en cuerpo y alma a una vida de estabilidad junto al hombre con el que me voy a casar: Lee Jang Woo. Me pedirá matrimonio...o quizá ya lo haya hecho.
"-Creo que el fin de semana deberíamos ir a comprar un anillo-". Comento después de una cena tranquila en un restaurante de Seúl. Llevamos seis años y cinco de ellos sopesando la idea del matrimonio, examinado la posibilidad de todos los ángulos y pasar nuestro hipotético matrimonio por supuestas y estresantes pruebas.
Jang es así de precavido. No es excitante pero tampoco agradable. Besarlo es como comer una papa asada. Lo que quiero expresar es que una papa asada, aunque no sea la comida más apasionante del mundo, es cálida, tierna, y me bastaba para saciar el hambre. Eso era él. Mi consuelo, mi papa asada.
«Deberías acostarte con un desconocido»
Eso me aconsejó Hyomin. Una última aventura antes de casarme y mientras siga teniendo veintitantos. Me negaba a hacer algo semejante, así que conseguí que se conformara que ligara con un desconocido.
Aún estoy intentando reunir fuerzas para hacerlo.« ¿De verdad quieres echar la vista atrás cuando seas vieja y date cuenta que nunca fuiste joven?»
Eso también me lo dijo mi amiga. Pero ella no lo entendía. No sabía ser joven. Ni de niña supe comportarme como tal.
Pero aquí estoy yo una alumna de la Universidad de Harvard que tiene un trabajo en una de las consultorías más importantes del país...y es que está «buenísima».
-Bkackjack- afirma Hyomin segura de sí misma-. Si te sientas en una mesa de esas con ese vestido, incluso los más veteranos olvidarán como se cuenta hasta el veintiuno.
Doy un bufido. De inmediato me tapo la boca mientras ella suelta una carcajada. Pues el bufido no resulta sexy con ese vestido.
***
Cuando entramos al casino, todas las miradas se dirigen a mí. No estoy acostumbrada. Los hombres observan mis movimientos augurando sus posibilidades de éxito; sus miradas me evalúan y no pierden detalle de lo que mi vestido revela. Las mujeres también me miran. Algunas con desaprobación otras con envidia. Me ruborizo al darme cuenta de que algunas de sus miradas muestran el mismo interés que los hombres.
Una parte de mi quiere atravesar la sala a toda prisa, pero el vestido hace que mi entrada sea lenta y cauta. Con los zapatos y lo ajustado de mi atuendo, cada paso era un reto.
Un hombre con el que me cruzo me recorre con la mirada, sin plantearse en disimular si deseo. Me ruborizo más y me doy media vuelta. ¡Menuda manera de mirarme! ¿Me habría tomado como una prostituta? Mientras me alejo de él, hecho la vista atrás y veo que se ha detenido para observarme. Tiene toda la pinta de ser un arrogante estirado. No me interesa...aunque me gusta que él quiera algo conmigo. Y ese pequeño placer hace que me sienta un poco avergonzada...y provocativa.
Nos sentamos en la mesa del Bkackjack, la apuesta mínima son 100 dólares. No es una cantidad que atraiga, pero es mucho más de lo que yo normalmente arriesgaría.
Al sentarme se me sube el vestido, lo que me recuerda que llevo una tanga ínfima; es la única prenda de ropa interior que me he puesto.
« ¿Qué hago yo aquí?»
Trago saliva y me concentro en la mesa.
No es sea experta, pero Hyomin juega peor que yo. Apuesta muy fuerte y aunque se pasa más de una vez, se empeña en llegar al 21. Al final se da por vencida y se va a probas suerte con los dados. Yo no me muevo, con las cartas me entiendo, jamás he dominado el arte de tirar dados.
-Parece una buena mesa.
ESTÁS LEYENDO
Solo una Noche ~Desconocida~
RomanceSolo una noche puede bastar para cambiar todo en tu vida (Adaptacion Eunyeon)