~Sabor a Whisky~

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Como si estuviésemos aún en la universidad, nos paramos en el vestíbulo para comprar alcohol en una tienda. Casi me da la risa cuando el dependiente nos entrega la botella en una bolsa de papel marrón, como si fuéramos a tomárnosla bajo las gradas del estadio del campus en vez de en un lujoso hotel; como si el plan consistiese en emborracharse con vino barato, en lugar de saborear un whisky escocés que cuesta doscientos dólares.

Yo nunca he buscado un escondite en el campus para beber, pero tampoco juzgo a quienes lo hacen.

Aunque yo no lo hacía, esa tradición siempre me ha parecido que tiene un matiz de torpe inocencia. Nada de lo que me dispongo a hacer con la "señora Park" como la llaman, es inocente.

No intercambiamos palabra mientras me guía hacia su habitación. Es una suite. No podía ser de otro modo. El salón es tan espacioso que podríamos montar una pista de baile. No necesitamos tanto sitio, pero el exceso me resulta tentador.

Oigo el ruido que hace al cerrar y lanzo una mirada a las puertas francesas situadas a mi derecha. No me hace falta preguntar nada para saber a qué habitación conducen. Siento cómo se me acerca por la espalda. Siento su calor y mi cuerpo se tensa a la espera de su tacto.
Pero no llega. En lugar de tocarme, acerca su boca a mi oreja. -Ponte cómoda. -Su voz es un gruñido; sus palabras, seducción-. Quítate algo.
Me vuelvo para mirarla. No logro articular palabra. Recuerdos de Lee tratan de abrirse paso en mi conciencia. Lo estoy traicionando. ¿Podré vivir con algo así? ¿Podré aislar esta única noche del resto de mi vida?

-Los zapatos -sugiere con una sonrisa pícara-. Quítate los zapatos. Aliviada, suelto el aire que había retenido inconscientemente. Pero no estoy a salvo. Ni de ella, ni de mí. Me siento en una silla sin quitarle los ojos de encima. Se arrodilla ante mí y me acaricia el tobillo con suavidad, mientras me desabrocha las pequeñas y delicadas hebillas de los zapatos.

Mantengo las piernas bien cerradas. No estoy preparada para enseñarle mi mundo. Aún no.

Pero cuando me quita los zapatos, sus manos comienzan a subir despacio por mis pantorrillas. Llegan hasta las rodillas. Hasta la parte externa de mis muslos. De nuevo el aire se me queda estancado en el pecho, pues por momentos me olvido de respirar. Mi falda es tan corta que, aunque sus manos no cesan de avanzar, aún no han alcanzado el dobladillo... Pero lo alcanzan, y lo suben aún más... Y entonces se detiene.

Me quedo expectante. Espero que siga subiendo las manos, pero las aleja de mi cuerpo. -Voy a servirte el whisky que te prometí -dice. Y vuelve a esbozar esa sonrisa pícara. De nuevo ese cuidado equilibrio entre la premura y la calma. Se pone de pie mientras cierro los ojos intentando recuperar el equilibrio. Oigo cómo abre y cierra la nevera, y el tintineo de los hielos al caer en un vaso vacío. No me muevo. No puedo moverme. Hace un momento estaba preocupada por algo; tenía que darle vueltas a algo... ¿Qué era? No me centro.

Al abrir los ojos, la tengo justo delante. Me ofrece el único vaso que trae en la mano.

- ¿No me vas a acompañar? -le pregunto.

Ha sido un susurro. Temo estropear el momento... Temo salir de esta realidad crepuscular. Después de todo, esto no es más que un sueño y, si no lo comparto con nadie, lo parecerá aún más a medida que pasen los días. Pero en este momento no estoy preparada para despertar.

La sonrisa de Park se amplía mientras me pone el vaso en la mano. -Claro que te voy a acompañar... Le doy un sorbo al whisky y luego otro. Es delicioso. Igual que esta habitación, con sus cálidas tonalidades doradas y sus lujosos detalles.

Me retira el vaso. Me toca. Saca un hielo y traza con él una línea que bordea el escote de mi vestido. Cuando siento el cubito, húmedo y helado, recorriéndome los pechos, noto cómo mis pezones se endurecen, le señalan y le imploran que continúe. Responde posando sus manos en mis caderas y catando el rastro de whisky que se adivina en mi piel con breves besos apasionados. He vuelto a recuperar el aliento, pero mi respiración sigue un poco acelerada, pues me cuesta mantenerme quieta.

Solo una Noche ~Desconocida~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora