~Propuesta~

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El siguiente día pasa volando. Los segundos, los minutos y las horas se apilan unos sobre otros y ruedan por delante de mis narices sin que apenas me dé cuenta. Mi equipo me entrega sus conclusiones, resúmenes de informes, ideas, preocupaciones y observaciones para que lo enlace todo en una presentación coherente y atractiva. No es tarea fácil y, en otras circunstancias, es posible que me hubiera estresado. Pero no me estresa. Nada me afecta. La vorágine que me rodea no es más que un zumbido. Es la confusión del cuadro de Jiyeon y yo soy el amante fuerte al que no se le puede hacer perder el equilibrio.

Estudio los márgenes de ganancia de las operaciones de Wolf Cor. en Europa y noto sus besos acariciándome la nuca. Estudio las proyecciones del departamento de ciber seguridad y siento cómo me toma la mano y la presiona contra el colchón sobre el que estamos tumbadas.

Leo las ideas para productos nuevos y huelo su piel, siento su aliento, noto su presencia.

Estoy obsesionada.

Cuando Boram me avisa de la llamada de Jung, me planteo negarme a contestar. Se me ocurren cientos de excusas: estoy en una reunión, he salido a comer, estoy hablando por la otra línea... o quizá, simple y llanamente, que no quiero enfrentarme al dolor que estoy a punto de infligir.

—Hola, ¿cómo estás? —Su voz suena a disculpa y preocupación.

Tres palabras con buenas intenciones; eso basta para abrir la puertecilla de mi corazón y dejar entrar al sentimiento de culpa.


—Ahora mismo estoy bastante ocupada —digo sin mostrar gran interés.

Igual hay algún modo de conseguir que rompa conmigo.

—Perdona, no quería interrumpirte, pero es que sé que estás disgustada conmigo... y me gustaría que lo habláramos. ¿Esta noche? ¿En Ma Poulette?

—Creo que voy a tener que quedarme hasta tarde.

Ojalá pudiera convencerle de que no valgo la pena. ¿Cómo consigues que un hombre te deje después de seis años de relación?

Mi cobardía no tiene límite.

—Por favor, Jungie... Es que... De verdad que necesito verte esta noche. ¿Sabes qué restaurante te digo, verdad? ¿Ese nuevo que han abierto? ¿Te paso a buscar a las siete y media?

Cada frase es una pregunta. Trata de asfaltar la carretera que tenemos por delante.

Titubeo mientras mis pensamientos se retuercen y crean formas que ni siquiera yo soy capaz de interpretar. Yo ya no estoy en la carretera que Jung está asfaltando.

El suelo que piso es de gravilla suelta. Tiene un aspecto provisional. Y si me caigo al avanzar por él, no sé si habrá alguien cerca que me ayude a volver al camino. Pero esta es la opción que he elegido. Estoy bastante convencida de que es la elección acertada para mí, pero si yo misma no logro adivinar el porqué, ¿cómo voy a explicárselo a Jung?

¿Y de verdad es necesario que lo haga?
Mi cobardía ha superado el nivel que mi euforia había alcanzado. Lo único que tengo claro es que le debo algo a este hombre.

Como mínimo, una cena.
—Te veo a las siete y media —respondo.

Quizá para esa hora haya recuperado el coraje...

Dios mío, eso espero.

* * *

El día pierde el matiz surrealista que había tenido hasta entonces. De pronto estoy a tope: acelerada, inquieta y más impaciente que el segundero del reloj, corriendo a toda prisa de un lado a otro. Tras una maratón de reuniones, Boram me comenta que Hyomin me ha llamado y que dijo que era importante.
Pero cuando ella me llama por una cuestión «importante», suele ser que han empezado las rebajas en alguna tienda de moda.
Además, no tengo tiempo para llamarla.

Voy a casa a toda prisa y me preparo para romperle el corazón a un hombre.

Cuando abro la puerta de mi casa a las 7:25, llevo puesto un vestido blanco que me llega hasta las rodillas, sin mangas, pero con poco escote. Le iría que ni pintado a la mujer de cualquier político. Me he vuelto a recoger el pelo y los lóbulos de mis orejas están decorados con perlas engarzadas en oro.

—Estás perfecta —dice Jung ofreciéndome el brazo.

Ah, otra vez esa palabra. Empiezo a aborrecerla.

Pero me guardo mis sentimientos mientras me abre la puerta del Mercedes. Es un coche agradable que representa justo lo que él quiere que represente: riqueza modesta y vida acomodada. Pienso en el subidón de adrenalina que sentí mientras el Alfa Romeo de Jiyeon rugía bajo mi asiento; recuerdo lo emocionante que fue cruzar a toda velocidad la oscura noche de Seúl.

Solo una Noche ~Desconocida~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora