Jung se queda a dormir. Obviamente. No es la primera vez, ni mucho menos, pero como hace semanas que no pasamos la noche juntos, ya se me había olvidado la sensación de dormir con él, y ahora sus suaves ronquidos me desagradan.
Me tumbo de lado y lo miro. Está dormido con la boca entreabierta.
Él y yo estuvimos saliendo una semana antes de que me besara; tres meses antes de que hiciéramos el amor. Decía que no quería meterme prisa, que sabía que no era ese tipo de chica. No tuve agallas para decirle que con los hombres que le habían precedido no había esperado ni la mitad de tiempo. Mi primera relación fue a los diecinueve años. Estaba tan desesperada por librarme de la virginidad que no me había importado que oliera a cigarrillos, que no dijera más que clichés y que apenas me mirara a los ojos cuando me penetró. Mi segundo amante fue un jugador de lacrosse elegante, apuesto y alto, pero que tenía las manos muy largas y al que le gustaban demasiado las mujeres. El dolor que me provocó la ruptura fue agudo, pero pasajero.
Cuando dejé de llorar, aún quedaban un montón de pañuelos en la caja.
Pero Jung es diferente. Me respeta. Piensa que soy valiosa. Me rinde homenaje con conceptos románticos pasados de moda.
Y la guinda final es que me ayudó a conseguir el trabajo que yo quería.
Me ha dado tanto que tiene sentido que sea lo primero que me dura para siempre, la primera cosa en mi vida que no se queda en una mera fase.
Esa constancia tiene mucho valor, ¿verdad?
Sin duda, más valor que los secretos ilícitos que por la noche se cuelan en mis sueños.
No puedo volver a hacer el amor con Jiyeon.
Jamás.
La expulsaré de mi vida.
Ojalá pudiera expulsarla de mi cabeza.
* * *
A las siete de la mañana le entrego a Jung un tupper con comida y un termo de café bien cargado para que se lo lleve a la videoconferencia que tiene a una hora tan temprana y tan poco habitual. Le sorprende.
Nunca le había preparado una tartera para ir a la oficina. Es un gesto muy Norman Rockwell y eso está bien. Necesito incorporar a mi vida un poco de la moralidad que mostraban sus pinturas.Me besa en la frente y siento que su cariño es absoluto. Mientras lo veo marchar, siento algo más, algo que me sale de las entrañas.
Quiero que sea amor.
Pero se parece mucho al sentimiento de obligación.
Antes estaba en deuda con Jung por la entrevista que me había conseguido y por su atención constante, pero ahora que lo he traicionado le debo mucho más, más que regalos y favores. Le debo la felicidad.
Casi una hora después, cuando me estoy vistiendo para ir a trabajar, suena mi móvil y aparece en la pantalla el teléfono de la ayudante de Jiyeon.
No, está mal. Es otra vez la señorita Park.
Tengo que encontrar la manera de que vuelva a ser un desconocida.
— ¿Señorita Ham? —La voz inquisitiva de Sonya se cuela por el teléfono—.Discúlpeme por llamar tan temprano.
—No pasa nada.
Me siento en el borde de la cama con el móvil en la oreja; solo llevo un conjunto de braga y sujetador, y me siento expuesta.
Es una tontería, porque Sonya no me ve, pero sabe cosas sobre mí que otros no saben; me lo recuerda el tono demasiado íntimo que pone cuando me informa de que la señorita Park quiere reunirse conmigo fuera de la oficina.
—...Ashley, cruzando el puente Wonhyo, cerca de un GS26 —me comunica.
Hay algo en esa dirección que la emociona.
Lo sé por la manera que tiene de susurrar las palabras.
— ¿Qué hay ahí? —mantengo un tono neutro, aséptico.
Quiero borrar su recuerdo... ¿Me habrá imaginado con ella? ¿Grité cuando Jiyeon deslizó sus dedos por mi clítoris, cuando me besó el cuello, los pechos...?
¿Me oyó perder el control?
—Ah, pensé que ustedes ya habían concretado los detalles... No le pregunté exactamente en qué parte del puerto deportivo... Bueno, no es asunto mío.
Ese comentario me revela que lo oyó todo, que lo ha imaginado todo. Para ella no soy una socia, soy la mujer que ella se tiró sobre su mesa y da igual el tono que ponga o el traje que lleve.
Siempre lo sabrá por culpa de mis indiscreciones.
Y por eso la odio.
Cuelgo el teléfono sin añadir una sola palabra. En cualquier caso, no era necesario decir nada más.
Sabe que iré. Es mi trabajo, mi adicción, mi tentación... Poco importa si lo que me conduce allí es lujuria, ambición o simple y llana curiosidad.
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Solo una Noche ~Desconocida~
RomanceSolo una noche puede bastar para cambiar todo en tu vida (Adaptacion Eunyeon)