Capítulo 2: El viaje de Jayce.

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Jayce clavó la mirada en los ojos de aquel joven, y los suyos se abrieron igual de grandes que los de el, debido a la sorpresa.

-¿Como has llegado aquí?

-¡Shhh! No tan fuerte- respondió el joven-. Vengo con el caballero.

-¿De donde vienen?-inquirió Jayce.

-Wylandriah-Respondió él-. La gran ciudad de Wylandriah; la de las montañas cubiertas de arena del gran desierto de Kakaruto, en la que resuenan los martillos de los herreros.

-¿Cómo llegaste aquí?

-Fui secuestrado- respondió el joven-, o robado o capturado, como prefieras llamarlo. Entonces no era más que un chiquillo. Mi madre me advirtió que no vagara por las laderas meridionales, que conducen al interior de el pueblo corrupto de Gallart y más allá, pero no le hice caso. Y por la melena roja del rey Kodel barba de fuego, que viva eternamente... Que he pagado por mi insensatez. Durante todos estos años he sido esclavo de este caballero.

-¿Por que no le dijiste quién eras?

-No soy tonto, ése es el motivo. Si hubieran descubierto en algún momento que era de Wylandriah me hubieran exhibido en arenas de batalla y custodiado con más cuidado que nunca, Puesto que los esclavos de Wylandriah son más costosos. Mi última esperanza de huir habría desaparecido.

-¿Y por qué...?-empezó Jayce, pero el joven lo interrumpió.

-Mira-Dijo-, no debemos malgastar tiempo en preguntas ociosas. Quieres averiguar cosas sobre mi amo el caballero Tyrael. Bueno, pues es malo. No muy malo conmigo, pues un esclavo de guerra cuesta demasiado para que lo traten muy mal. No obstante, sería mucho mejor para ti morir esta moche que partir mañana para convertirte en un esclavo humano en su casa.

-En ese caso será mejor que huya- declaró Jayce, palideciendo por el terror.

-Sí, sera lo mejor- indicó el joven esclavo-; pero ¿por qué no huyes conmigo?

-¿Vas a huir también ?

-Sí, si vienés conmigo- respondió el esclavo-, ¡Es nuestra oportunidad! verás, si huyo sin un acompañante, todos los que me vean diran "un esclavo perdido" y saldrán en mi persecución a toda velocidad. Con un acompañante tengo posibilidades de conseguirlo. Ahí es donde puedes ayudarme. Por otra parte, tú no puedes llegar muy lejos con esas dos absurdas piernas tuyas, pues ¡hay que ver qué piernas tan absurdas tenéis! Sin duda, sin caballo estas muerto, sin embargo, yo tengo dos corceles del caballero cerca. Ahí es donde puedo ayudarte yo. A propósito, ¿supongo que sabes montar?

-Sí, desde luego- respondió él-. Al menos he montando en el asno.

-¿Montado en "que"?- replicó el esclavo con sumo desdén.

Eso fue, al menos, lo que intentó transmitir, aunque en realidad surgió en forma de una especie de regaño " ¿Montado en queeee?".

-En otras palabras- prosiguió-: no sabes montar. Eso es un inconveniente. Tendré que enseñarte mientras nos movemos. Si no sabes montar, ¿sabes caer por lo menos?

-Supongo que cualquiera sabe caer.
-Me refiero a si sabes caer y levantarte sin llorar y volver a montar y volver a caer pero no tener miedo de caerte de nuevo.

-Lo... Lo intentaré- respondió Jayce.

-Pobre-Dijo el esclavo en un tono más afable-. Olvido que no eres más que un pescador. Con el tiempo llegaremos a convertirte en un magnífico jinete. Y ahora, no debemos ponernos en marcha hasta que esos dos de la cabaña duerman. Entretanto podemos hacer nuestros planes. Mi caballero va de camino al norte, hacía Arthor y la corte de rey Roggvir el Grande...

El Mundo de Arlor: La Guerra de los Trasgos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora