Parte 2

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En una de sus tantas misiones, Miroku y Sango se encontraban en un pequeño pueblo, investigando sobre el posible paradero de Kohaku, el hermano de Sango. Habían pasado cinco años desde que Naraku desapareció, y aunque no había rastro de él, la esperanza de Sango de encontrar a su hermano no había disminuido.

—Sango, ¿estás segura de que esta pista es fiable? —preguntó Miroku mientras caminaban por las calles del pueblo, observando cada rincón con atención.

—No lo sé, Miroku. Pero no puedo rendirme. Kohaku es mi hermano, y siento que está ahí fuera, en algún lugar —respondió Sango, su voz firme pero cargada de emoción.

Llegaron a una pequeña plaza y se detuvieron para revisar sus notas. Miroku observó a Sango, admirando su determinación y fuerza a lo largo de los años. Sabía que este era el momento adecuado para lo que había estado planeando.

—Sango, quiero hablar contigo sobre algo importante —dijo Miroku, tomando su mano suavemente.

—¿Qué ocurre, Miroku? —preguntó ella, notando la seriedad en sus ojos.

—Han pasado cinco años desde que comenzamos esta búsqueda juntos, y cuatro años desde que iniciamos nuestra relación. He visto tu fuerza, tu valentía y tu amor por tu familia. No puedo imaginar mi vida sin ti a mi lado —dijo Miroku, arrodillándose ante ella—. Sango, ¿te casarías conmigo?

Sango se quedó sin palabras, sus ojos llenándose de lágrimas de alegría y emoción. Miroku sacó un anillo que había llevado consigo durante semanas, esperando el momento perfecto.

—Miroku... —susurró Sango, sin poder contener las lágrimas—. Sí, quiero casarme contigo.

Miroku sonrió, poniéndole el anillo en el dedo y levantándose para abrazarla. En ese momento, todo el peso de las dificultades que habían enfrentado juntos parecía desvanecerse, al menos por un momento.

—Prometo que seguiremos buscando a Kohaku juntos, Sango. No dejaremos de luchar hasta encontrarlo —dijo Miroku, besando su frente.

Sango asintió, sintiendo una oleada de alivio y felicidad al estar comprometida con el hombre que amaba. Se abrazaron durante un largo momento, sabiendo que este compromiso no solo era un paso hacia adelante en su relación, sino también un símbolo de su determinación compartida.

—Recuerdo cómo comenzamos esta búsqueda, cómo me apoyaste cuando todo parecía perdido —dijo Sango, mirándolo con gratitud—. Siempre estuviste a mi lado, y eso es algo que nunca olvidaré.

—Sango, desde el momento en que te conocí, supe que eras alguien especial. Eres fuerte, valiente y compasiva. Estoy agradecido de poder estar a tu lado y ayudarte en todo lo que pueda —respondió Miroku, sosteniendo su mano con firmeza.

—Gracias, Miroku. Contigo a mi lado, sé que podemos lograrlo todo —respondió Sango, sintiendo una nueva esperanza y fuerza para continuar su búsqueda.

—Y no solo eso, Sango. Quiero que construyamos una vida juntos, una vida donde podamos recordar estos momentos y celebrar nuestras victorias —dijo Miroku, con una sonrisa cálida.

—Me encantaría eso, Miroku. Una vida contigo es todo lo que siempre he querido —dijo Sango, sintiendo que su corazón se llenaba de amor y determinación.

Juntos, se prepararon para seguir adelante, sabiendo que, aunque el camino fuera difícil, lo recorrerían juntos, con el amor y el apoyo que se tenían el uno al otro. Mientras avanzaban, la luz del sol parecía más brillante, y por primera vez en mucho tiempo, Sango sintió que el futuro estaba lleno de promesas y posibilidades.

Para celebrar su compromiso y traer un poco de alegría adicional a sus vidas, Miroku decidió sorprender a Sango. Un día, al regresar de una de sus misiones, Miroku apareció con una pequeña caja entre sus manos, de la que se escuchaban suaves maullidos.

Los Espias 2 (Pausado Temporal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora