Capítulo 49: Escalera al cielo.

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Se miraron, confundidos, se levantaron a toda velocidad y abriendo la puerta de un solo golpe, se encontraron con Leah y Evan frente a ellos, unos metros más allá, mirándolos sorprendidos.

-Nosotros...

-A ti aparte de besarte con mi hermana, también te gusta jugar con Rob ¿No?-soltó Leah, mirándolo con rabia a Minho.

-¿Rob?

-Salió corriendo al verte besar a la novia de Taeyeon-intervino Evan, sonriendo divertido.

Minho sintió como si le patearan en el estómago con fuerza, dejándolo sin aire, y sin pensarlo, salió corriendo hacia la calle para buscarlo.

Tiffany miró primero a Evan y sintió ganas de arrancarle la sonrisa que tenía de un solo martillazo en la cabeza, luego miró a su hermana y se sintió sin fuerzas. Leah la veía con un rostro de completa decepción, rabia y enojo.

-Leah, esto es un malentendido, si me dejaras explicarte...

-No creo que haya ningún tipo de explicación para que dejes a Taeyeon como si fuera algo desechable y luego andes, besándote por ahí con tu ex novio de hace años-replicó Leah, molesta y cruzándose de brazos. Evan sonrió ante aquella información y Tiffany lo notó de inmediato.

-Yo no he dejado a Taeyeon, ella me dio un tiempo...

-¿Para que corrieras a besar a Minho?...No lo creo...

-¡Eso fue solo...!

-Un beso de amigos, seguramente va a decir-completó Evan, riéndose encantado.

-¡Cállate y no te metas en lo que no te importa!-rugió Tiffany, cabreada.

-Uyy...qué carácter...-murmuró Evan, sonriendo con sarcasmo. Se colocó las manos en los bolsillos y volteando, salió de la casa, reventándose de la risa. Leah carraspeó para llamar su atención.

-En serio que no te reconozco. Creí que tenías sentido común, que eras correcta en todas tus cosas, por eso siempre te admiré, siempre quise ser como tú...yo te veía y me sentía orgullosa de ser tu hermana...me has decepcionado-dijo Leah, con un tono de voz tan calmado que Tiffany casi prefería que le gritara, así sería menos doloroso tal vez.

Leah le dedicó una última mirada de rabia y se fue de ahí hacia su habitación.

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-Rob...

-Te pareció divertido ¿No?-preguntó Rob, calmado-Jugar conmigo, digo...seguro pensaste "Este Rob qué idiota es...se piensa que le quiero, sólo dándole un beso y ya".

Hablaba tan suave que sus palabras caían como rocas en su cabeza, le golpeaban directo al rostro, al corazón y al alma. No lo miraba y sólo se balanceaba en el columpio de aquel parque que había en esa urbanización, no había nadie cerca y sólo se escuchaba el agudo chirriar del aparato.

-Me gustaría que me dejaras hablar. Ese beso con Tiffany fue de amigos-dijo Minho, intentando acercarse un poco.

-¿Sabes cuántas veces he tenido que soportar que me veas la cara? Soportar que Evan siempre me dijera con sus comentarios ácidos, que tú nunca te fijarías en mí...que sueño demasiado, que pierdo el tiempo pensando e imaginando que alguna vez tú podrías verme diferente...

-Yo...

-Perdí mi tiempo-le cortó Rob-Más fácil hubiera sido que me cortaras el rostro de una, que me rompieras de una sola vez, sin anestesia, quizá sería menos doloroso y yo no estaría aquí, diciendo cualquier cantidad de cosas que...no sirven ni servirán de nada, porque a ti simplemente te importa un carajo lo que yo sienta.

-Eso no es cierto...sabes que me importas...

-Lo único que sé es que te importo tan poco que no te interesa pasar por encima de mí para conseguir lo que quieres-le espetó, con rabia- ¿Sabes qué? Lo hiciste real, lo hiciste perfecto, lo hiciste tan genial que ya ni duele. Te doy gracias por ilusionarme, porque por un breve instante me hiciste soñar con lo imposible y eso fue...generoso de tu parte...

-¿Podrías escucharme?-suplicó Minho, desesperado.

-No. Ya escuché suficiente cuando me dijiste que no me fuera y que me necesitabas.

Rob se levantó del columpio y se fue de ahí, caminando despacio recordaba la última vez que sintió y escuchó su alma romperse, su corazón bailó en ese segundo encima de una cuerda floja y al siguiente cayó al vacío.

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-Maldición...

-¿Qué pasa ahora?

No contestó, simplemente se levantó y agarrando su bolso se dispuso a salir, pero Jongwook la detuvo enseguida, confundido por su reacción.

-¿A dónde vas?-preguntó él.

-Voy a buscar a Taeyeon. No me contesta las llamadas desde ayer y temo que no quiera hablarme o quizá que...-se detuvo, sintiendo un escalofrío de solo pensarlo.

-No, no le ha pasado nada, Tiffany. Se habría sabido...

-Gracias, por tu optimismo-dijo Tiffany, sarcásticamente-Hubiera preferido que dijeras "No le ha pasado nada, ella está bien y debes ir a buscarla".

-Lo siento. Dale, ahora vete y nos vemos pasado mañana o la semana que viene-dijo Jong, sonriendo y empujándola para que saliera.

-¿Pasado maña...?

-¡Veteeee! ¡Au Revoir!

Estando en el auto, volvió a intentar comunicarse con Taeyeon y de nuevo le cayó el mismo mensaje. Tenía que hablar con ella ese día y porque sí, así que agarró el camino hacia su casa. Si no quería hablar con ella, se quedaría acampando si era necesario hasta que le abriera la puerta, porque esa era otra. No contestaba al teléfono de la casa y eso la tenía preocupada.

Al llegar, vio su auto estacionado ahí y enseguida aparcó a su lado y bajó, iba a tocar el timbre, pero enseguida escuchó una voz detrás suyo.

-¡Tiffany! ¿Qué haces aquí, hija?-saludó Hyuk, sonriendo y acercándose para darle un abrazo. Tiffany correspondió el saludo, sonriendo levemente.

-Vine a buscar a Taeyeon, es que la he llamado al celular y...

-¡¿Taeyeon?! ¡Pero si ella está en Londres! ¿No te dijo?

Fue como si la sumergieran en agua helada traída del Atlántico y después la sacaran para darle cachetadas. Se sintió ahogada y lo primero que se le vino a la cabeza era irse a Londres, cuanto antes.

-No...no me dijo-respondió Tiffany, apesadumbrada-¿Sabe en donde se está quedando?-preguntó.

-No, pero puedo darte el número de Heechul de la oficina de él en Londres y lo llamas. Seguramente te dará un número por el cual comunicarte con ella-dijo Hyuk, sacando un papel de su bolso y un bolígrafo para anotar.

-Gracias, Hyuk-agradeció Tiffany, con una sonrisa-¿Y qué está haciendo allá?

-Grabando...sabes, los últimos detalles que faltaban del álbum...-dijo él, anotando el número-aquí tienes, espero que te sirva... ¿Quieres pasar? Por si quieres tomar algo...

-Gracias por el número y...no, ahora no puedo, pero otro día con gusto.

-Tranquila, siempre que necesites algo, me dices. Tú ya eres como mi sobrina también...si es que no te molesta-dijo Hyuk, sonriendo.

-No, no me molesta-dijo Tiffany, sonriendo aún más. Se acercó y le dio un abrazo-Muchas gracias...tío-murmuró, riéndose avergonzada.

-¡Eso es, no te de pena!...Bueno, ahora si me disculpas, tengo que entrar a limpiar el desorden que seguramente habrá dejado mi sobrina en su habitación antes de irse.

-Gracias de nuevo.

-¡Suerte!

Tiffany corrió hacia su auto y una vez dentro, se quedó un rato pensando. Probablemente Taeyeon se había ido para mantenerse ocupada o quizá era que no le quería hablar y quería comenzar a alejarse. El solo pensamiento le produjo dolor de estómago y escalofríos.

Agarró su celular y marcó el número que le había dejado Hyuk y esperó, solo fueron unos segundos.

-Kim Heechul.

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Caminaba de un lado a otro recogiendo sus cosas, mientras las iba metiendo en su bolso. Ya tenía el pasaje que Jong le había ayudado a comprar por Internet y su pasaporte, su vuelo saldría en 3 horas hacia Canadá, regresaría a su Montreal natal, y no a Francia como tenía previsto en un principio, porque pensaba que si iba, entonces se encontraría con el mar de recuerdos ahí y no quería eso. Esperaría varios meses antes de regresar allá para buscar sus cosas y largarse.

Escuchó la puerta abrirse, pero pensó que sería Jongwook.

-Un momento, solo me falta encontrar mi camisa de Saosin y...

Había volteado al ver que le tendían la camisa y no vio a Jongwook, era Minho y lo miraba muy serio, sus ojos casi lo traspasaban al mirarlo y por eso apartó la mirada y agarró con brusquedad la camisa que el chico le entregaba.

-Por fin sabes cuál es mi camisa de Saosin-replicó Rob, enfadado

-Siempre lo he sabido. Las veces que te dije que no sabía de qué hablabas, era solo por molestarte-dijo Minho, seriamente.

Rob no respondió, fue al baño, buscó su cepillo de dientes y lo metió en su bolso, cerrándolo y luego poniéndoselo en los hombros. Hizo el intento de pasar al lado de Minho, sin mirarlo, pero él se había instalado enfrente de la puerta y parecía no tener intenciones de querer apartarse.

-Permiso, por favor-pidió, en el tono más respetuoso que pudo.

-No.

-Permiso.

-No.

-Apártate, Minho.

-No quiero.

Haciendo un gran esfuerzo alzó la mirada y miró a Minho.

-Por favor, te estoy pidiendo que te apartes.

-No quiero. No me voy a apartar. Hasta que no me escuches no te dejaré ir y perderás el vuelo-repuso Minho, testarudamente.

-Si no te quitas, te juro que...

-¿Qué? ¿Qué vas a hacer?

Minho comenzó a acercarse aún más y le alzó el rostro por el mentón. Rob tragó con fuerza, al ver sus labios acercarse y cuando los sintió, le respondió de inmediato con excesiva pasión. Quería hacerle recordar ese beso por toda la vida.

Estuvieron unos segundos así y cuando ya Minho comenzaba a llevarlo hacia la cama, lo siguiente que pudo sentir, fue un gran dolor en el estómago y luego fue como si todo el aire que tenía ahí se hubiera vaciado violentamente. Realmente, así había sido, porque Rob le había pegado un puñetazo en el estómago, que le había hecho caerse en sus rodillas, tumbarse al suelo y gemir de dolor, sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas.

-Ugh...joder...

Rob salió de ahí rápidamente antes que pudiera ver a Minho a la cara y se arrepintiera de haberlo hecho. Ya él lo había herido muchas veces, era suficiente.

En ese momento, se encontró con Jongwook.

-Ya iba a buscarte. Le dije a Minho que...

-Sí, ya hablamos, se ha quedado viendo la tele-dijo Rob, entrando al auto de Jong.

-¿Él no va a despedirte?-preguntó Jongwook, confuso.

-No, no le gustan las despedidas. Dice que le producen dolor de estómago.

Jong se encogió de hombros y subió al auto, lo encendió y dio marcha enseguida. Justo en el momento en el que ya comenzaban a alejarse, salió Minho gritando.

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-¡Pero tiene que haber! ¡Tiene que haber pasajes para hoy!... ¡No, no me responda así, porque le juro que la acusaré con su superior y haré que la despidan!... ¡¿Que quién soy yo?! ¡Soy Stephanie Hwang!... ¡No me importa, yo quiero mis pasajes ahora!... ¡No quiero viajar mañana, ni pasado...quiero HOY!..¡Está bien, como quiera!

Colgó el teléfono con excesiva rabia y casi tumbó al suelo una taza de café que le había traído María. Miró el reloj y vio que ya faltaba poco para el mediodía, tenía planeado estar saliendo ya a esa hora, pero tal parecía que el mundo estaba en su contra, en su intento por ir a Londres a buscar a Taeyeon.

De pronto recordó algo y casi se pudo golpear a si misma por no habérsele ocurrido antes, tomó el teléfono de nuevo y marcó el número. Unos 2 repiques y ya estaba.

-Hoon. Necesito de tu ayuda y no te permito una negativa como respuesta.

No sabía cuantos días estaría allá, por lo que se introdujo en su clóset y luego salió con una montaña de ropa y las metió a toda velocidad en su maleta, sabía que allá estaba haciendo más frío que ahí en Seúl por lo que la mayoría era abrigadora.

Cuando ya tuvo hecho todo el equipaje, se sentó encima de ella para poder cerrarla y finalmente lo consiguió.

Hoon la esperaría en el hangar en dos horas para poder partir lo más rápido posible, afuera ya debía estarla esperando su chofer que casi no usaba, porque prefería manejar, pero como no había logrado contactar con Jongwook para que la llevara, entonces lo había llamado.

-¿Tiffany? ¿Qué es todo eso?

Volteó y vio a Samuel en la puerta, mirándola confuso. Vio el reloj y notó que ya tardaba.

-Voy a viajar por unos días a Londres. Es urgente-respondió, sin dar mayores detalles y colocándose el abrigo.

-Oh bueno, entonces mándale saludos de mi parte a esa urgencia-dijo el chico, con una gran sonrisa.

Tiffany miró a su hermano, extrañada y luego lo abrazó con fuerza.

-Por supuesto. Cuida a los chicos, ahora no tengo tiempo, pero dile a María que no se preocupe y que cualquier cosa me llame. Jong ahora no aparece, pero también él estará pendiente. También si necesitan que regrese, me llaman lo más rápido que se pueda y...

-Vale, vale, ahora sal, porque estás tardando-interrumpió Samuel, empujándola hacia la puerta-Yo te llevo la maleta.

-Bueno, pero...

-¡Caminaaa!

Bajó a toda velocidad las escaleras, pero las voces de Mike y Noah la detuvieron.

-¿Te vas de viaje, Tiffany?-preguntó Mike, frunciendo el ceño.

-Ehhh...sí, pero sólo por unos días, les prometo que estaré de vuelta cuando pueda-dijo Tiffany, nerviosa porque ya tardaba.

-Ah bueno, entonces que te vaya bien-dijo Mike, dándole un abrazo y un beso.

-Pórtense bien y hagan caso a María, miren que ella es...

-Sí, una vieja, ya sa...

-¡¿Cómo que una vieja?! ¡Respeta Noah!-exclamó Tiffany, horrorizada.

-Bueno, vale...una señora vieja-convino Noah.

-Es una señora mayor, no quiero que haya problemas con ella. No la hagan molestarse-dijo, dándole un beso al más pequeño de sus hermanos.

-Vale.

-Que te vaya bien y me saludas a Taeyeon-dijo Mike, entrando a la sala de juegos

Tiffany alzó la mirada y vio a Samuel, sonriéndole con complicidad.

-Vamos, que ya tardas.

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Corrió dándose tropezones con las personas que por ahí pasaban, algunas se volteaban molestas y otras le gritaban hasta del mal que se iba a morir, pero no le importaba. Lo más importante en ese momento, era detenerlo, no podía irse, no ahora cuando se había dado cuenta de lo que era tan obvio desde hacía mucho tiempo y que no había querido ver, por seguir pensando en su primer amor.

Pasó por una puerta automática e hizo una especie de derrape, llamando la atención de inmediato de unos guardias de seguridad que ahí estaban.

-¡Alto! ¡Deténgase! ¡HE DICHO QUE SE DETENGA!

Se escucharon los pitazos de los guardias, pero siguió corriendo, sin importar nada, las personas lo veían y enseguida se apartaban.

-¡DETENGANLOO!

Entonces lo vio, estaba ya dando su pasaje y su pasaporte para ingresar al avión. Corrió aún con más fuerza y con el corazón casi por salírsele del pecho. No podía irse, no podía.

-¡Rob! ¡ROB! ¡DETENTE ROOOOOB!

El chico pasó la barrera, sin escuchar que lo llamaban, en ese instante escuchó a los guardias detrás suyo y al mirar por un segundo, se sorprendió. Venía casi toda la guardia del aeropuerto corriendo para atraparlo. Sin pensarlo, corrió por donde se había ido Rob, pero el que estaba en la puerta lo detuvo.

-Su pasaje y su pasaporte-exigió el hombre.

-Yo...

-Entonces no puede pasar. Si quiere viajar, compre su pasaje ahí en la taquilla-dijo el hombre, con tono pedante.

Miró hacia atrás y vio que ya se acercaban aún más los guardias, haciendo sonar sus silbatos y gritando. Sin analizarlo, saltó la barrera y corrió por el pasillo hacia el avión.

-¡Oiga, no puede pasar! ¡Deténgase!

-¡Rob! ¡Rob!

Por fin entró al avión y se puso a buscar entre los pasajeros.

-¡Rob! ¿Dónde estás?

Volteó al escuchar su voz, mejor dicho su grito. El cual había alarmado a todos los demás pasajeros. No podía creer que se hubiera atrevido a venir y menos por él. El corazón le latió con violencia.

-Señor, si no se sienta...

-Rob...Rob, por favor, perdóname...te lo pido...Sé que fue una estupidez y lo siento. Te juro que no quise herirte-dijo Minho, acercándose hacia donde estaba el chico, quien lo miraba estupefacto.

-¡¿Qué demonios haces aquí?! ¡Te dije que no quería volver a verte! ¡Creí que con ese golpe te había quedado claro!-replicó Rob, molesto. Se percató que todos los demás pasajeros lo miraban confundidos.

-Me darás todos los golpes que te dé la gana, todos los recibiré, me los merezco...pero por favor, no te vayas...perdóname, por favor. Soy tan idiota que...no me di cuenta de lo obvio...sé que es tarde, pero déjame intentarlo...por favor...

-Minho...aquí no...

-Señor, por favor, si no es pasajero, retírese de inmediato...

-¡Déjeme!-exclamó Minho, apartándose.

-Le exijo que salga de inmediato. Molesta a los demás pasajeros.

En ese momento, comenzó un bullicio general en los que les pitaban al piloto y a las azafatas, diciéndoles que los dejaran en paz y que dejaran que Minho continuara.

-Minho, no es el lugar, menos el momento...

-Siempre será el momento, yo sólo quiero que perdones a este cabezota que soy yo...si no me perdonas... ¡Me ataré de la silla con esta cadena que traje y nadie me sacará!

Minho sacó una cadena y enseguida se ató a una de las sillas, las personas que estaban ahí comenzaron a reírse y algunas comenzaron a tomar fotos. En aquel momento ingresaron al avión unos policías.

-Señor, le exijo que se desate y salga inmediatamente, queda arrestado por desacato a las órdenes de seguridad.

-Me llevará arrestado cuando este chico que está enfrente de mí diga que me perdona-replicó Minho, testarudamente.

-Por favor, Minho...salgamos de aquí y hablemos-dijo Rob, levantándose de su asiento.

-No, primero dime que me perdonas.

-Minho...

-¡Te amo! ¿Bien? ¡Te amo! ¡Te lo digo delante de toda esta gente que no sé quién es para que sean testigos! ¡Pero quiero que sepas que si hago todo esto es porque sé que lo arruiné todo! ¡Soy el peor idiota del mundo! ¡Pero un idiota que se ha enamorado como un pendejo de ti!-gritó Minho, emocionado-Soy un idiota enamorado y pendejo que te pide perdón...sólo dime que tú sientes lo mismo.

Un silencio ensordecedor se mantuvo por unos segundos. Rob no podía creer lo que le estaba ocurriendo, miró a Minho a los ojos y vio que era sincero, total y absolutamente sincero.

-Yo también te amo.

Se arrodilló en el suelo del avión y acercándose a Minho le estampó un enorme beso, que hizo que todo el mundo estallara en gritos y silbidos de apoyo.

Después de unos segundos, Minho no supo más de sí mismo.

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La noche era lo suficientemente fría como para hacerle castañear los dientes, tenía los guantes puestos, pero aún sí podía sentir ese frío que le entumecía hasta las uñas, aunque se frotara las manos mil veces.
El auto se detuvo y enseguida bajó el chofer a toda prisa, abrió la puerta de su lado y colocó el paraguas de forma que la pequeña llovizna que caía sobre Londres en ese momento no la mojara ni un solo centímetro. Se colocó la capucha de su sweater y bajó la cabeza, pero no tanto, solo lo suficiente como para poder ver por dónde iba.

Entró al lujoso hotel y sin querer detenerse para hablar con nadie, corrió de inmediato hacia el ascensor y subió. Apoyó la espalda en la pared y suspiró lentamente, dejando que sus pulmones se llenaran y vaciaran. Cerró los ojos un instante y sonrió, todo el día la había acompañado su sonrisa y su mirada.

Escuchó las puertas abrirse y abrió los ojos, salió y caminó lentamente por el pasillo, mientras buscaba para abrir la puerta. Se detuvo frente a ella y la abrió.

Todo estaba oscuro, lo prefería así, no tenía que mirar el desorden que había dejado antes de salir. Se quitó los zapatos de inmediato y los lanzó por ahí, donde cayeran. Igual el sweater y los guantes fueron historia.

Entrar a su habitación fue un alivio, se sentía especialmente agradable ahí, porque no hacía tanto frío. Ver su sombra cerca de la ventana casi le provoca un infarto, probablemente ya había muerto y su alma había escapado y ahora solo estaba en el cielo...o el cielo estaba ahí o Dios había bajado y había traído a aquel ángel. Su ángel.

-Por favor, perdóname...te lo pido.

No hacía falta. Ya lo había hecho. Se acercó y la besó, suave, pasional, intenso y con ternura, con las manos en su cintura.

Eran las 10:30 de la noche y la mente hizo desconexión. Había una guerra entre su conciencia y el corazón. Su voz cargada de miedo, sentido común al trasto, quería estar a su lado.

-Tiffany...tu...he...heri...

-No, por favor...no me detengas ahora, ya no.

El roce de su piel quemaba más que nunca, cerró los ojos y despegó, se elevó. No sentía más nada que su cuerpo contra el suyo, era algo que no comprendía, no tenía intenciones de hacerlo. No deseaba vivir ahora más nunca sin sus besos, su perfume, sin esa forma tan genial, inexplicable y casi subliminal de acariciar donde eran sus pechos.

Su espíritu gritaba por salir, los latidos de su corazón y sus manos desvanecían y borraban poco a poco el dolor de ayer y lo reemplazaban por la Felicidad Eterna...Esa pequeña gran escurridiza que se mecía entre sus dedos, justo en ese momento, dándole un segundo, dos minutos las horas completas del tiempo para sentir.

-Te amo.

Hacer al amor por primera vez con ella, nunca podría describirse. Jamás.  


Lo que me gusta de ti (TaeNy - Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora