Capítulo 4: Año nuevo.

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Después de haber asimilado las anteriores "relaciones" de Nora, por llamarlo de alguna forma, seguimos bastante bien, pero a decir verdad, no estaba completamente seguro de que me hubiese dicho la verdad, siempre he sospechado que eso podía no ser del todo cierto, aunque nunca confirmé mis sospechas. Aun así, interiormente deseaba que fuese verdad, pues siendo eso verdad, significaría que no debía quedar mucho para que me lo hiciese a mi, cosa que como hombre, deseaba imperiosamente.

Ya entrado el 2013, a mediados de Enero, estábamos un día en un gran parque que había cerca de su casa. En esa época del año en Madrid ya es completamente de noche y hace bastante frío. Estábamos en la cima de una colina en la que había unos columpios y demás cosas para que jugasen los niños. Llevábamos toda la tarde juntos, y yo, tras saber lo que había hecho con otros chicos, llevaba siempre un condón encima, porque tenía la inocente esperanza de que pasase algo. O no tan inocente, pues ese día, en esa colina, conseguí despertarle el gusanillo, conseguí encenderla.

Abrió el abrigo, me subió la camiseta y la sudadera, y comenzó a besarme desde el ombligo, subió por mi cuerpo hasta mi pecho, luego mi cuello, y terminó en mi boca para después hacer el mismo recorrido, hacia abajo, pero esta vez no paró en el ombligo, si no que bajó más, me desabrochó los pantalones y siguió besándome hasta llegar justo a la zona donde empezaba mi pene, como cabe imaginar, a parte de haber perdido mis papeles totalmente, estaba convencido de que iba a hacérmelo, y más sabiendo lo que sabía; sin embargo para mi desgracia, paró, me abrochó, y dijo entre risas: "¿Suficiente por hoy no crees?".

Tras estas palabras se dio la vuelta y fue andando con intención de bajar la colina, yo tardé un par de segundos en asimilar todo lo que estaba ocurriendo, pero inmediatamente salí corriendo tras ella y gritando entre risas: "¡Ven aquí, que te voy a dar yo suficiente!"; tras una pequeña carrera colina abajo la alcancé, la abracé y nos tiramos al suelo riéndonos, le dije que esperase un momento, puse mi North Face en el suelo y nos tumbamos sobre él.

 Ahí seguimos lo que habíamos empezado en la cima de la colina, hasta que en plena oscuridad, totalmente solos en una colina, le bajé los pantalones y empecé a tocarla. En esta ocasión fue ella quien perdió el norte, y yo mientras la hacía disfrutar, saqué el condón y le dije: "¿Qué te parece si lo hacemos?", ella estaba tan caliente que me dijo que si sin pensarlo, así que me lo puse e intenté meterla. No voy a engañar a nadie, era mi primera vez, no había hecho nada parecido antes, y encima ella tenía los pantalones por las rodillas, con lo cual era físicamente imposible que entrase, y si a eso sumamos mi falta de experiencia, como podéis imaginar, no metí nada, tras varios intentos Nora, que también era virgen, me dijo que no quería que su primera vez fuese así, lo cual me pareció razonable, por lo que paré de insistir.

Sin embargo, estaba muy cachondo, así que le dije que ya que no podíamos hacerlo, que al menos bajase a hacerme lo que yo tanto deseaba, o que ella había hecho ya tantas veces antes, y para mi sorpresa, me dijo que no.

- ¿Por qué a tíos a los que conoces una noche sí se lo haces y a mi no? - le pregunté indignado.

- Porque no era lo mismo. - me contestó ella.

- Si es lo mismo, así que venga.- le dije yo cegado por el calentón del momento.

- Está bien, lo haré, pero después me iré a casa y hemos terminado. -dijo amenazante, y comenzó a bajar.

En ese momento, sacando fuerzas de donde no las había, y muy muy a mi pesar, me subí los pantalones y me levanté.

- ¿Qué haces?¿No querías esto?- me dijo ella.

- Sí, pero prefiero seguir contigo y que lo hagas cuando estés preparada. - dije yo y no sin resignación.

Ante estas palabras, ella se derritió, como cualquier mujer haría al oír eso, yo sabía que había hecho lo correcto, pero aún así una parte de mi, seguía pensando que tenía que haberme callado y que lo hiciese, pero bueno, soy de ese tipo de persona que apechuga con sus actos y sigue adelante con ellos, sin arrepentirse, aunque siempre existirá la duda de "¿Qué habría pasado si...?".

A pesar de esto, mis esperanzas aumentaron, pues al día siguiente en el instituto nos llegó un comunicado. 

Desde siempre, los alumnos de segundo y tercero iban a Andorra una semana a esquiar, y ese año no era diferente, sin embargo, debido a la crisis, no se habían llenado todas las plazas, así que lo que decía el comunicado es que las plazas sobrantes estaban disponibles para los alumnos de ultimo curso que así lo deseasen; en otras palabras, nos íbamos de viaje a Andorra a esquiar, y Nora también iba.


Diario de un Capullo Malcriado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora