Capítulo 1: Mis inicios.

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Me llamo Christian Fernández, pero me suelen llamar Chris. Nací el 11 de Julio de 1997 en Madrid. Desde hace generaciones mi familia ha sido de Madrid, y aquí es donde vivo. Tengo una buena familia y buenos amigos, he visitado exactamente de 21 países en lo que llevo de vida (y creciendo) y me encanta viajar, pero os ahorraré el trago de mi infancia y saltaré directamente a diciembre de 2011, cuando besé a una chica por primera vez, a mis 14 años. Hasta entonces nunca me habían interesado las mujeres, éramos niños, mis amigos y yo nos dedicábamos a jugar al fútbol, pelear, y demás cosas de niños. Recuerdo que el primero de mis amigos que estuvo con una chica fue Miguel, empezó a salir con una chica de nuestra clase llamada Amanda, ella era muy morena, pelo negro rizado y bajita, también un poco rellenita, pero bastante guapa. A las pocas semanas lo dejaron, por dios éramos niños.

El 29 de diciembre de 2011 fuimos Amanda, yo y un amigo a Madrid centro, a pasar el día. A eso de las nueve, Amanda y yo empezamos a tontear y desaparecimos en un parque. Había imaginado cientos de veces como sería besar a alguien, pero estaba realmente nervioso, entonces ella puso sus manos en mi cara, me atrajo hacia ella, y me besó. Fue bastante agradable, aunque con la experiencia, he de reconocer que fue un beso torpe, como cabía esperar. Ella tenía algo raro, nunca me ha parecido atractiva físicamente, pero siempre me ha atraído, no sabría explicarlo. He de decir que hoy en día es una de mis mejores amigas, y es una de las personas mas duces y cariñosas que conozco, sin embargo, duramos exactamente 9 días.

A pesar de terminar tan pronto, nunca ha dejado de existir dicha atracción, como ya veréis más adelante. Después de esas navidades, no pasó nada en el plano amoroso hasta una semana antes de semana santa. En nuestro colegio se celebra en esta semana la llamada "Semana Cultural", que básicamente consiste en no hacer nada más que talleres y montar en unas atracciones que ponen en el recreo. Durante uno de esos talleres, concretamente en el taller de teatro, estábamos todos, sin profesor, en un aula vacía.

Se suponía que debíamos practicar una obra de teatro, pero nos dedicamos a jugar a tinieblas, ese juego en que se cierran las persianas, se apagan las luces y todo queda a oscuras, entonces uno tiene que encontrar palpando al resto de gente por la clase. Mientras cada uno intentaba esconderse como y donde podía, noté que alguien estaba a mi lado, era Amanda, nos habíamos escondido en el mismo sitio.

De repente, sin ningún motivo, comenzamos a besarnos en la oscuridad, mientras el resto de nuestros amigos jugaban. La cosa fue calentándose, y metí la mano bajo su falta, y comencé a acariciarla, y posteriormente a tocarla; pero todo por fuera de su ropa interior. Al día siguiente, mi mejor amigo Álvaro, estuvo malo y no fue al instituto.

Ese día nos pusieron una película en clase, y Amanda y yo nos sentamos solos al final de la clase, ella cogió nuestras sudaderas y las puso bajo la mesa, tapándonos las piernas. Yo no encontraba sentido a lo que estaba haciendo, hasta que empezó lo que todo hombre en el mundo desea; mientras veíamos la película, sin previo aviso su mano se deslizó bajo mi pantalón, llegando a ciertas zonas, y empezó a masturbarme. No voy a negar lo evidente, me encantó, tenía 14 años y en plena clase, a quien no le gustaría algo así. Era una parafilia hecha realidad.

Para mi completo asombro, al día siguiente, Álvaro me contó que tenía novia, que había empezado a salir con Amanda. La cara que se me quedó debió de ser épica; no se lo conté entonces, sin embargo, años después se lo dije y nos reímos los tres bastante. Esa relación, tampoco duró gran cosa, algo más de un mes. Entonces decidí hablar con otras chicas, a ver que conseguía. Un par de meses después de aquello, hablando con otra compañera de toda la vida, me dijo que nunca había besado a nadie, entonces le propuse acompañarla hasta el tren que cogía cada día a la salida de clase, y ver que pasaba. Obviamente pasó lo que cabía imaginar, acabamos besándonos, pero fue el beso más disgustante de toda mi vida, fue uno solo, y me pegó tal mordisco que me hizo sangre en el labio, nunca más volvimos a hablar. Y así comenzó el verano de mis 15 años.

Ese verano recorrí Alemania, y en agosto fui, como cada verano a Gandia, en Valencia, a veranear. Para variar mis padres eligieron otro apartamento, así que tuve que hacerme un nuevo grupo de amigos. Al final del mes, ya teníamos el grupo hecho, seríamos algo así como cinco chicos y dos chicas. Uno de ellos se había liado con las dos chicas. A mí particularmente me gustaba una de ellas que se llamaba Arancha, era de Vallecas y hacía gimnasia rítmica. Era bajita, pelo castaño liso, y un cuerpo bastante impresionante.

Como tampoco tenía mucha experiencia con las mujeres, decidí el último día lanzarme, la acompañé a casa, y cuando íbamos en el ascensor, me lancé. Nunca me había lanzado a nadie, y nunca más lo he vuelto a hacer, me esquivó de manera humillante. Fue un gran palo, después descubrí, que a pesar de haberse liado con uno de mis amigos de allí, tenía novio en Vallecas, así que bueno, tampoco merecía tanto la pena. Al volver a Madrid, hubo una semana más de descanso y luego empezó mi último año de instituto...


Diario de un Capullo Malcriado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora