9.Idiota

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El día terminó de una forma extraña, luego de recoger a los niños de sus respectivas actividades, todos volvimos a la casa lo cual me trajo más dolor de cabeza porque alguien dejó entrar al perro y tiró 3 jarrones, 1 maseta y luego llenó de cabello los sillones.

Decirles a los niños que se queden quietos fue lo más complicado de todo porque ninguno me prestaba atención, no me quedaba otra opción que hacer lo que mejor sabía.

-Sam, esta cuerda me aprieta mucho-Andrew se quejó moviéndose en su silla.

-Creo que no siento fluir el aire por mis pulmones-musitó Alison

-Oh, basta, todavía me falta sacar los pelos del perro, necesito silencio por un momento. No me obliguen a usar la cinta para sus hermosas bocas.

Si creen que los amarré a las sillas a los hermanitos "A" están en lo correcto, no tenía opción, eran demasiados inquietos y mi subconsciente estaba pensando algo más macabro así que no aceptaré reproches.

Limpié el pelo de perro, y como estaba tan tranquila y sin ninguna molestia, me puse a ver mi serie favorita, Game of thrones, terminé un capítulo y recordé que estaba a cargo de unos pequeños demonios. Agarré las tijeras y los fui a buscar.

-Veo veo-Andrew musitó

-¿Qué ves?-todos respondieron

-Una cosa

-¿De qué color?

-Azul

Yo los miraba desde la puerta, no se habían dado cuenta que estaba allí, se veían tan lindos tan calmados y jugando a cosas de niños normales

-La pared-Alison miró a un costado

-Nop

-La alfombra-Antony miró a la alfombra que tantas veces mi gato había hecho sus necesidades

-¡Ya lo descubrí! ¡EL JARRÓN QUE EL PERRO ESTÁ POR TIRAR!-Annie gritó con un entusiasmo nunca visto

-¡Correcto!

Abrí mi ojos y fui a buscar el maldito jarrón azúl, me sentí una súper espía, o algo por el estilo, el jarrón iba a caer al suelo, y yo corrí me lancé y el perro salió corriendo.

Cuando caí al suelo, llegué a tiempo a agarrar el jarrón y protegerlo con mis manos, una misión bastante complicada para una persona qid lo único que protege son sus gomitas de las vacas embarazadas.

Los niños se reían de mi, no me importaba, lo único en lo que pensaba era en el jarrón que tenia las cenizas del abuelo de mi mamá.

Me paré y sonrei, me sentía orgullosa de mi misma, eso duró unos 5 segundos porque después el maldito perro orinó en mis pantalones.

Me tapé la cara, deje el jarrón donde estaba y desaté a los niños con la condición de que se quedaran quietos, ya había tenido suficiente por ese día. Necesitaba una ducha.

Me enjaboné todo el cuerpo mientras tarareaba una canción de Justin Bieber, intenté sacar un poco de acondicionar del pote golpeando el frasco contra la ducha, literalmente ese no era mi idea. Me di por vencida y solo me lavé con shampoo.

Ya fuera de la ducha decidí depilarme con cera, una decisión muy complicada para mi. Me puse un poco en el bozo y también en el entrecejo, me miraba en el espejo y hacía de cuenta que era uno de esos tipos de circos que tiene un bigote raro. Ponía caras raras y emaginaba que tenía brazos musculosos.

-¡Y aquí a la mujer con más bello del mundo!-Ponía una voz rara y caminaba con mis piernas un poco separadas.

Todo era divertido y de color rosa, hasta que sonó el timbre de la casa y recordé que abajo estaban los demonios de tasmania. Intenté sacarme la cera pero ya se había secado, escuché que alguien abría la puerte y por mi mente pasaban cosas horribles, como por ejemplo que secuestraban a los niños o cosas de ese tipo.

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