Una noticia inesperada

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Trato de poner la mejor de las ondas y llegar al fin de semana a pleno. Me sirvo el desayuno luego de haber tomado un baño más que placentero y relajante. Debo admitir que no podía evitar pensar en aquel hermoso joven sabiendo que se encontraba del otro lado de la pared haciendo quien sabe que cosa. Pensar en él me pone a mil, es como si mis sentidos respondieran en forma instantánea, nunca me ha pasado esto antes con otros chicos. No he sido una loca que andaba probando hombres por ahí, pero las pocas oportunidades que tuve de conocer jóvenes atractivos las acepté sin discutirlo. Pero esto que me suceda jamás me pasó y me perturba bastante porque no se como reaccionar ante ello.

Desvío mis pensamientos hacia otro contexto sintiendo como mis mejillas se tiñen de color rosado. Que estúpida pienso, estoy sola y siento vergüenza como si alguien lograra escuchar. Mientras estoy acomodando las cosas que tengo en las cajas suena mi teléfono. Atiendo al instante al ver que es mi abuela Isabell, hermosa mujer que se encargó de mi hermana menor Zoe y de mí cuando fuimos abandonadas por nuestros padres.

-Hola abu !!- exclamo eufórica, lo que mi abuela tarda en contestar solo logra hacerme pensar que algo no anda bien.

-Abuela, está todo bien? Si pasa algo por favor dímelo ahora por que me estás asustando...Los nervios ya comenzaban a invadirme sin pedirme permiso.

-Abby, necesito que te acerques hasta mi casa, lo que tenemos que hablar no lo podemos hacer por teléfono. Cuando vengas procura que sea de tarde porque Zoe en ese horario está en el colegio y preferiría que no se encuentre presente en nuestra charla.

-Está bien abu no te preocupes, esta tarde salgo para tu casa-. Su comentario me deja perpleja.

-Bueno Abby, te espero entonces. Besos y cuídate.

Miles de cosas se me ocurren en este mismo instante después que mi abuela cuelga el teléfono. Lo cierto es que no tengo la más pálida idea de que puede ser. Espero que se cumplan las horas y parto impaciente hacia la casa de mi abu Isabell. Como siempre me recibe con los brazos abiertos, por un segundo casi eterno inspiro profundamente los aromas que caracterizan su casa, lo que permite que me transporte un tiempo atrás, cuando era pequeña. Mi abuela rompe el brazo y logro ubicarme nuevamente en cuerpo y mente en ese lugar. Siéntate Abby que lo que tengo para decirte no es muy agradable que digamos. Dicho esto me siento en su sillón y mis expectativas son aún mayores.

-He recibido una notificación en la que especifican que no me encuentro en óptimas condiciones tanto mentales como de salud para poder seguir siendo la tutora oficial de tu hermana. Sus palabras me caen como un balde de agua fría.

- Cómo es eso abu? Acaso alguien ha realizado alguna denuncia que perjudica la tutoría de Zoe?

-Aparentemente alguien no se sabe quien, ha mencionado mis problemas de memoria y lo estropeada que está mi salud. Pero tú tienes bien en claro que mientras yo pueda seguir en pie voy a estar con ustedes.

Debo admitir que mi abu no es una mujer de 30 años, ya que se encuentra rozando los 80 y su cuerpo ha comenzado a pasarle factura al igual que su memoria que dos por tres se desconecta. Pero lo que más me descoloca es pensar lo que podría suceder con Zoe si no encontramos una solución.

-He consultado con el hijo de una de mis amigas y me comentó que la única posibilidad es que alguien de la familia se presente como posible tutor y así evitaríamos que Zoe sea designada a una familia sustituta. Un frío helado me corre por la espalda de solo pensarlo.

-Ya se, terminaré de remodelar mi pequeña casa y me presentaré para ser la nueva postulante y así llevármela conmigo. No te preocupes abu que lo voy a solucionar, digo en un tono lo más neutral posible disimulando mi desesperación y angustia. Como voy a lograr hacer todo en poco tiempo no se pero lo voy a lograr.

-Confío en tí Abby , solo tenemos un mes para impedir que se lleven a nuestra Zoe, comenta mi abu mientras evita que una catarata de lágrimas aflore en cualquier momento.

-No te angusties que yo lo haré. Me despido con un beso y salgo hacia mi casa con mi cuerpo entumecido y adolorido por lo que acabo de escuchar. Llego a mi casa, miro la hora y decido partir hacia mi trabajo más temprano de lo habitual. Mientras me alejo siento los golpes de la obra sobre la pared de mi casa, una leve sonrisa se dibuja en mi cara de solo pensar quien es el autor de esos fastidiosos ruidos. El joven atractivo de cuerpo estructural y cara perfecta se encuentra ahí, a metros de mí. Quizás algún día se me ocurra la manera de intercambiar algunas palabras y borrar aquella conversación que dejó mucho que desear. Ya veré como, pienso mientras voy directo al pub una nueva noche de tragos y gente molesta me esperan.


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