6.- De los cruce de caminos.

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Suena a típica niñería, pero aquel chico estaba muy bueno, y no era para menos. Por un momento sentí como salivaba más de la cuenta, mis pupilas se dilataban y me concentraba mas y mas en mi objetivo.

Se quitó la camiseta, dejando entre ver un torso fuerte, desnudo, con lo que me pareció ver que era un tatuaje en su pecho, a la altura y posición del corazón, sin embargo, dada la poca luz, no conseguía distinguir que era aquel símbolo.

Bff, reconocía que aquello me estaba excitando realmente... Solo con el marco de estar a oscuras en la habitación, tras la cámara y tener el placer de poder ver aquello. Quizás seria porque desde que había llegado a aquel pueblo, los meses antes de preparativos, la mudanza, todo... no había tenido ni un solo instante para mi. Para pensar en tranquilidad, para centrarme en mi.

Por dios Hela, que estas diciendo - me dije a mi misma. Menuda locura se me había venido a la cabeza.

Mientras tanto, yo no perdía detalle. Él mientras se quitaba la camiseta, seguía buscando. Creo que no pude evitar darle un par de veces al botón del obturador... bueno, quizás fueran tres o cuatro... o nueve o diez..

Madre mia, aquello era material de primera. Con su melena rubia estaba para mojar pan. Se paró frente a la ventana. Con la cabeza gacha. Y poco a poco la fue levantando hasta que su mirada que inspiraba el mayor de los misterios y hasta cierto apice de terror se quedó alineada con la mia.

De súbito, un golpe sordo de mi puerta estampándose contra la pared de mi habitación y la luz de mi habitación se encendió. Yo no pude evitar proferir un grito agudo asustada, con el corazón saliendome del pecho por la boca.

Era mi madre.

-Hela. La cena esta en la mesa.

- Mierda - pensé, que susto, dios mio. - Esto... Vale, vale, ahora voy - dije.

- ¿Se puede saber que se supone que estas haciendo con la cámara a estas horas?

- Ehhhmmm... fotografiar la Luna. dije.

Dios, que susto. Entre la situacion, la mirada, mi madre... ya pensaba que me habia descubierto espiandole.

Mi madre me desechó una mirada de desaprobación mientras desaparecía por el marco de la puerta.

-Uff por los pelos - pensé - A las puertas cerradas, se llama, que lo sepas - le grité para que me oyese. Y que es que dichosa sea la manía de mi madre de entrar sin llamar.

Cerré la puerta con rapidez y corrí a la ventana para comprobar si mi confidente seguía allí, sin embargo ya no estaba.

- ¿Ay madre mia, y si me ha visto? no, no puede ser, estaba al amparo de las sombras.... Pero dios, para más inri justo me estaba mirando en ese momento.... Doble mierda...

Bajé por las escaleras y había un olor dulzón en el aire. Como a patatas. Y la verdad es que estaba una mezcla de alegre y enfurruñada por el susto y la actitud siempre tan bruta y tosca de mi madre. Como lo odiaba.

Sin embargo, tenia un material de primera. Tenia ganas de acostarme de tumbarme en la cama, tapada con mi edredón, mirar a la ventana, oír la lluvia, oler a tierra mojada, y pensar en mil y una cosas. Estaba alegre, contenta. Como en mucho tiempo no había estado.

Cenamos palometa ahumada con patatas panaderas. Y tras cenar, recogerlo todo y apagar las velas, me dispuse a subir a coger mis cosas para darme una ducha.

Me sentía súper hinchada.

- Madre mía Hela, como sigas comiendo y poniéndote hasta el culo así... ¿Dónde vas a llegar?

MørketDonde viven las historias. Descúbrelo ahora