Cero cuatro: Nunca le des tu nombre a un desconocido.

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"¿Aceptarle salidas a extraños?
Eso nunca ha estado en mis planes"  –SNBrito.

El trayecto se hace más largo de lo pensado, pero siento alivio cuando Daniel detiene el auto frente a la casa. Bajo antes de que lo introduzca en la marquesina y prácticamente corro a mi habitación porque sé que si nos quedamos en el mismo lugar, terminaremos en una fuerte discusión.

En cuanto entro, cierro con seguro antes de tirarme en la cama. Aguanto la respiración cuando escucho que sus pasos se detienen en mi puerta, no obstante, al parecer continúa a la suya, cerrando con un fuerte estruendo.

Suelto un suspiro, sintiendo cómo la bruma de todo lo que ha pasado en el día, me lleva, arrastrándome hacia la inconsciencia.

~*~

—¿Por qué lo hiciste? —Me sobresalto al escuchar la voz de mi hermano.

Está parado frente a mí, con sus brazos cruzados mientras me ve sin ninguna emoción.

—¿Qué cosa? —Demando, pasando una mano por mi rostro.

—¿Por qué no dejaste que le partiera la cara? ¿Acaso te gustó que te forzara? ¿Que se restregara contra ti? —Lo miro boquiabierta, sin poder creer lo que estaba preguntándome. 

Es mi hermano, ¿cómo puede preguntarme algo así?

Evito que las emociones se revelen en este momento, porque aun sigo indignada. No quiero demostrarle nada.

—¿De qué iba a valer que le partieras la cara? —Inquiero, ocultando mi rabia —. Dime, ¿te habría gustado terminar en la cárcel por alguien que no vale la pena? —Continúo, sintiendo la rabia en mi cuerpo. Me pongo de pie, acercándome a él mientras ignoro el repentino mareo que me azota —. Quiero pensar que es una broma lo que me has preguntado, así que lo voy a dejar pasar, Daniel. —Sostengo su mirada notando que algo cambia en ella, en su expresión, aun así no puedo descifrar qué es.

Decide no responde, por lo que pasa por mi lado antes de abandonar la habitación. Me sostengo de un pequeño mueble que tengo cerca de ahí, y trato de calmarme. No me siento nada bien, todo mi mundo da vueltas y encima, me siento fatal por lo que mi hermano me ha cuestionado.

Cierro los ojos, sintiendo la calma de a poco. Cuando el mareo pasa, entro al baño, aguardando más de lo debido bajo la llave. Levanto la cabeza al chorro de agua que cae y alargo mi mano para cerrar el escape, resignándome. Ni siquiera tengo ánimos para comenzar la jornada escolar, me duele la cabeza y el mundo se tambalea a mi alrededor y yo ni siquiera tomé nada de lo que me ofrecían en la fiesta esa.

¿Qué me pasa?

En el desayuno apenas toco lo que mi madre dejó preparado. Mis ganas de comer son tan nulas que termino molesta y echo todo a la basura.

Como mi hermano ya se ha ido, le escribo un mensaje para que si puede, avise a mi mejor amiga sobre mi ausencia. De esa manera, ella puede decirle a los profesores el motivo por el cual no asistí a clase.

Volviendo a amar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora