Caza

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Flashback:

Shiro:

Kiara dormía con su cara pálida apoyada en mi rodilla, y su pelo negro caía sobre su expresión plácida, resaltando la blancura de su piel y la suavidad de sus facciones redondeadas. Una vez más me descubrí a mí mismo enamorándome de ella. Todos los días, todos y cada uno de los días tan solo verla, tan solo observar sus bonitos ojos verdes, y me volvía a quedar atrapado en el encanto de su sonrisa. Era demasiado hermosa.

A veces, realmente preferiría que no lo fuese, así no sentiría esta tremenda angustia en mi pecho, pero la verdad jamás la cambiaría por nada en el mundo.

- ¿Papi? - Me llamó una vocecita aguda desde la puerta corrediza.

Sonreí para mis adentros. El amor que sentía por Kiara solo era comparable con el que sentía por mi pequeña, mi linda Catherine.

- Hola, pequeña. ¿Qué pasa? ¿No puedes dormir? - Pregunté, tendiendo una mano para indicarle que se acercarse, y cuando lo hizo la subí sobre mi rodilla libre. - A ver, ¿qué ha pasado? -

Frunció el ceño y bajó su mirada triste hacia el suelo. La perturbada melancolía en sus ojos inmediatamente hizo saltar mis alarmas.

- Es que soñé una cosa fea. - Murmuró, limpiándose las lágrimas que bajaban por su pequeña nariz con la manga de su bata, y se sorbió la nariz mientras trataba de dejar de llorar con la expresión contraída.

- Y dime, ¿qué fue? - Pregunté, agachando mi cabeza para ver sus ojos.

Rápidamente evitó mi mirada.

- Nada, no pasa nada. Solo fue un sueño. - Dijo, de repente resuelta, y saltó de mi rodilla al suelo.

Ladeé la cabeza, curioso.

- ¿No me lo vas a contar? - Pregunté.

Negó con la cabeza y luego sonrió.

- Daijoubu. -

Suspiré.

- Venga, ahora no me dejes así. - Protesté. Sonrió y corrió hacia la puerta de nuevo. Traté de levantrme, pero Kiara hizo un sonido de protesta en sueños y me vi obligado a volver a sentarme. No pude evitar sonreír al recordar su cara de satisfacción. Maldita sea, esta niña me iba a matar de ternura.

Suspiré y acaricié el cabello de mi Kiara. De repente un grito cortó el aire de la noche y encendió todas mis alarmas.

- ¡¿Catherine!? - Grité, alarmado.

Nadie respondió. Asustado me puse en pie y dejé cuidadosamente a Kiara en el tatami antes de correr hacia el sonido.
Abrí la puerta del salón y la vi, mi Cathy, en manos de dos hombres que reían con maldad. Tenía un cote profundo en el estómago y la sangre empapaba su ropa.

- Cathy ... - Susurré, y me abalancé sobre los hombres, desgarrando carne indiscriminadamente y quemando sus cuerpos con mis llamas azules. Terminé pronto con ellos y luego corrí hacia mi pequeña, que luchaba con dificultad por respirar.

- Papi ... - Susurró, con sus ojos llenos de lágrimas.

- Todo va a estar bien, todo va a estar bien, tranquila. - Le aseguré.

- No, nada está bien, ¡mamá! - Exclamó, y justo después el grito de Kiara resonó fuertemente en mis oídos.

El tiempo se detuvo y mi corazón latió una sola vez fuertemente en el silencio. Sentí cómo lentamente un frío enorme se apoderaba de mi cuerpo.

- Cathy, mátame. - Ordené. Mi visión comenzó a volverse roja.

- ¿Qué? ¡No! ¡No lo haré! - Gritó.

Sentí mis garras alargándose y mis colmillos saliendo por encima de mis labios. La marca de las bestias ardía en mi frente color rojo.

- Cathy, ahora. - Dije.

Sacudió su cabeza, aterrorizada.

- Cathy, sé que este era tu sueño. Tú ya lo has visto. Sabes lo que pasará si no me matas ahora. - Dije. - Por favor ... - Supliqué.

Me miró durante una eternidad mientras el odio seguía creciendo en mi interior.

- Te quiero, papá. - Susurró.

Ahogué una exclamación al sentir la mano con garras de mi pequeña hundiéndose en mi pecho, atravesándome.

- Lo siento. - Susurró, en mi oído.

- E-Está bien ... - Conseguí decir, mientras mi boca se llenaba de sangre. - Ahora ve-veo a Kiara ... Y ambos te e-esperaremos a ti ... -

Su mano salió de mi pecho y sentí mi cuerpo caer hacia atrás mientras la oscuridad me envolvía.

- ¡Cathyyyy! - Exclamó Ethan, trotando alegremente hacia mí.

Me apresuré a limpiar mis lágrimas antes de girarme hacia él.

- ¿Estás bien? - Preguntó, frunciendo el ceño.

Asentí.

- Sí, solo recordé algo feo. - Respondí. - ¿Qué pasó? -

Pareció dudar, y le sonreí para convencerle de que realmente me encontraba bien.

- Bueno, resulta que ¡encontré mi mate! - Exclamó, y su expresión se iluminó con felicidad. - Ella es taaaan hermosa, y es buena, aunque está un poco loca. -

- ¿Sí? - Pregunté, emocionada. - ¿Y cómo se llama? -

Sus ojos brillaron.

- Sara ... - Suspiró.

Me quedé sorprendida.

- Espera, ¿Sara la del peinado estilo Zelda y el libro de Crepúsculo? - Pregunté.

Pareció sorprendido también.

- Ehhhh ... ¿Sí? - Respondió. - Espera, ¿la conoces? -

Reí porque realmente tenía una cara muy graciosa.

- Sí. - Dije, entre risas.

- ¡Bien! Ahora podremos hacer salidas de citas dobles, yo y Sara y tú y ... - Miró a su alrededor. - ¡Y esa papelera! -

Me dejé de reír de golpe y le di una colleja.

- ¡Ayyyy! - Protestó.

- Si vuelves a abrir la boca estás muerto. - Le amenacé, dejando que mi parte demonio se asomase en mis ojos, haciéndole retroceder.

El Tengu Christian en multimedia.

Ocho lobos y un zorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora