Reencontrándose con la manada

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En cuanto vi a Ethan una enorme sonrisa creció en mi rostro de zorro y la hierba a mis lados se prendió en llamas azules.
"¡Ethan! ¡Ethan!" Grité mentalmente.
Se giró hacia mí, buscándome con una cierta desesperación y cuando ya iba a llegar a él ... Un demonio rojo cayó del cielo y se plantó frente a él.

"¡NO!" Sentí el dolor en nuestro enlace antes de ver a Ethan caer al suelo, la sangre manchando su camiseta. "¡No! ¡Ethan!" Grité, y corrí a ponerme sobre él para evitar que Adrián pudiese hacerle daño.

- ¿Qué haces, Catherine? ¡Quítate! - Me ordenó, con voz autoritaria.

Sollocé, dolorida, y me enrosqué sobre el pecho de Ethan, que se sacudía con su respiración agitada.

Los lobos llegaron a nuestro alrededor, y sus gruñidos echaron a Adrián hacia atrás.

Luke llegó, entonces, a la derecha de Adrián, y luego Shou se unió a su izquierda, los tres formando un extraño y letal grupo.

- Catherine, apártate. - Rugió de nuevo Adrián.

Me transformé de golpe, sin importarme estar desnuda delante de todos ellos, o llorando. Me abracé con fuerza a Ethan, mientras miraba a Adrián con todo el odio que tenía dentro de mí.

- ¡No! - Grité. - ¡Es mi amigo, es mi mejor amigo, no te dejaré hacerle daño! -

Los ojos del Oni brillaron, con furia.

- ¿El lobo es tu amigo? - Sus palabras estaban llenas de asco, como si la sola mención del nombre del animal le produjese aversión. - Un zorro corriendo entre lobos. No sé cómo aún sigues viva. - Lo dijo con desprecio, pero había un tono de reproche y de preocupación en su voz.

- Ethan es mi amigo. - Puntualicé, sin moverme del sitio.

- Oh, vamos, acabemos ya con el drama. - Dijo el samurái. A pesar de sus palabras sus ojos evaluaban cuidadosamente la escena.

Carlos se movió entre Adrián y nosotros.

- Paz, lobo. No les haremos daño a ninguno de los dos. - Le aseguró Shou, y a la vez que decía esto su mano tiró de Adrián hacia atrás, liberando algo de tensión al abrir el espacio entre la manada y él. Tal y como estaban las cosas, decidí que el samurai no era una mala persona.

¿Podríamos mantener la paz entre tanta testosterona?

Ocho lobos y un zorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora