Mañana en casa de Fátima

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Mel: Pues nada, tengo un libro sobre halcones, una lapicera toda extraña llena de plumas y otros chismes, un libro que se parece a un instructivo, un reloj, un anillo, un dije con forma de arco y flecha y dinero mortal, creo que eso es todo.

Fátima: Y... ahora que sigue, tenemos chismes pero la pregunta es ¿Qué hacemos para completar la misión?

Mel: Debemos empezar por cambiar las apariencias como dijo mi madre, no tiene que ser drástico, algo así como cortarse el pelo o tener mucho cuidado para evitar que nos reconozcan, luego debemos de localizar a Leo e ingeniárnosla para llegar a donde este.

Fátima: Bien, así que juntamos todo en una mochila y vemos si hay suerte para localizar a Leo.

Mel: Parece una buena opción para empezar.

Fátima se fue al baño, seguramente para cambiarse, yo mientras tanto debería empezar a guardar mis cosas.

Salí de mi bolsa de dormir y la enrollé, empecé a vaciar mi mochila de búho cuando Fátima entró al cuarto como si el mismo Hades la viniera siguiendo.

Mel: ¿Pero que dem...?

Nunca completé mi frase, pues Fátima me agarró de las muñecas y les dio la vuelta como si estuviera buscando algo, sepa Apolo que, pues su pelo me tapaba mi visión. Después de un momento la escuché murmurar

Fátima: Pudieron habernos avisado.

Mel: Avisado ¿qué?

Fátima: Esto.

Me enseñó su antebrazo izquierdo en el cual se veían 5 ¿símbolos? negros, eran como unas pequeñas imágenes que representaban algo. Un sol, una luna, un martillo en llamas, un caduceo y un búho.

Fátima: Y eso no es todo. Mira.

Me dejó ver mi antebrazo izquierdo donde estaban los mismos símbolos que tenía ella, solo que los míos estaban más oscuros que los de ella.

Mel: ¿Pero qué demonios?

Fátima: Yo dije lo mismo.

Mel: Pues nada, nos toca ver como nos adaptamos a la vida con símbolitos en los brazos.

Fátima: Me sorprende que sigas tan calmada.

Mel: Ajá, mejor mueve tu trasero y ve a bañarte, que no tenemos todo el día.

 Riéndose, Fátima volvió al baño y yo proseguí a vaciar mi mochila. Una vez que saqué mis cuerdas, mi guante, la poca comida de halcón que quedada, unas botas y dos pares de converse, mis patines, el casco, los guantes, ropa (camisas, sudaderas, pantalones, etc) y demás chismes los acomodé en el suelo, y los fui metiendo en la mochila de camuflaje, dejando a la mano las cosas que venían originalmente en esa mochila, y afuera un cambio de ropa. Después de un rato Fátima salió del baño y entré, después de bañarme y ponerme la ropa (jeans de mezclilla, blusa gris y converse negros) agarré mi pelo como si fuera a hacerme una coleta, desenfundé mi daga y lo corté dejandolo más corto de atras que de adelante,salí del baño para encontrarme con una Fátima muy apurada guardando su ropa y vaciando su cuarto.

Mel: Eres consciente de que no es el apocalipsis ¿cierto?

Fátima: Que graciosa -se giró y al verme tiró lo que tenía en la mano- ¿Q-qué demonios le pasó a tu pelo?

Mel: No ser reconocidas, te suena, si, bien, junta tus cosas, que vamos a ver si tenemos carta de Leo.

Empezó a juntar sus cosas sin rechistar y yo hice lo mismo, pero antes me puse los guantes que me había dado Hades y mi reloj, además de mi anillo y nuevo dije junto con los de búho en luna que ya tenía. Una vez que juntamos nuestras cosas y salimos de la casa (eran las 7:30 de la mañana, los padres de Fátima creyeron que se iba a la escuela), cada quien por su lado, Fátima por la puerta y yo por la ventana, para dirigirnos a lo que fue la casa de Leo, que a pesar da haber sido quemada, tenía un buzón y no se notaba mucho. Al llegar abrimos el buzón y saqué una carta, así que la abrí y empecé a leer en voz alta.

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