White Scars

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En cuestión de una noche, los contrapunteos de insultos y sarcasmos que ambos compartían durante el día a día, los tratos fríos y fingidos y la enorme distancia que uno ponía sobre el otro comenzaron a desaparecer. Como si aquella charla nocturna hubiese servido a modo de tregua, lentamente comenzabas a encontrar la presencia de aquel quien era tu esposo como una compañía tolerable, e incluso agradable... Tal cual como lo había sido la primera vez que ambos se había visto.

No era como si tú lo hubieses perdonado, pues ese hombre seguía siendo el mismo Rey calculador que prácticamente se había apoderado del reino de tu padre y de tu vida, el mismo hombre que te había arrastrado hasta un reino desconocido para utilizarte a su conveniencia. Pero al menos ya no creías que tan solo era alguien completamente repulsivo y de corazón frío. Tan solo suponías que algo lo había llevado a ser lo que era y pensar como pensaba, y tenías la creencia de que si continuabas "leyendo" la historia detrás de él, posiblemente te enterarías de qué era aquello que le había vuelto así.

—...Parece que comenzará a nevar pronto.

Habiendo estado sumergida dentro de tu lectura, te sobresaltó ligeramente escuchar la voz de Levi cruzar el aire dentro de la habitación. Apenas te dabas cuenta de que acababa de salir del enorme vestier y al parecer tenía un buen rato dentro, pues ya no vestía alguno de sus elegantes trajes negros sino de nuevo los holgados pantalones junto a la bata negra que utilizaba para cubrirse del frío antes de entrar a la cama. Aún cuando mantenían las ventanas cerradas, el frío que traspasaba las rendijas del vidrio hacía bajar la temperatura de la estancia considerablemente.

¿Así que ya era hora de dormir? Aun cuando ambos habían estado compartiendo habitación durante un tiempo considerable, hasta unos pocos días atrás era que te habías enterado que esa persona gustaba de retirarse a sus aposentos a una hora prudencial, aun cuando solo se quedaba dormido a altas horas de la noche.

—Supongo que sí. Jean ha tenido que ponerle más leños a la calefacción durante estos días —respondiendo a su comentario, dejaste tu libro de turno a un lado, incorporándote en el diván que Levi había estado utilizando como cama desde tu llegada. Él a su vez se acercó al gran armario que había a un lado en la habitación, sacando de su interior una de quién sabe cuántos juegos de sábanas de distintas telas y colores que había allí.

No pudiste evitar fruncir un poco el ceño al comprender que tendrías que desocupar el diván al tiempo en que él apagaba la luz. Habías encontrado un pequeño diccionario Rosaire/Sinsh —el dialecto de Rose y el de Sina— y una corta historia infantil en rosaire que ya habías leído en tu idioma y con la cual podías comenzar a aprender ese extraño dialecto y no volver a perderte en las palabras que Connie y Sasha soltaban accidentalmente de cuando en cuando. Si el rey Levi se iba a dormir, normalmente apagaba las luces eléctricas y dejaba tan solo encendidas las lámparas de aceite en las dos mesas de noche a cada lado de la cama, las cuales no eran suficiente iluminación para darte una buena lectura.

¿Qué podías hacer? No habías sido capaz de formular una buena respuesta cuando observaste que él terminaba de ponerse de pie ante ti con sábanas en mano.

—¿Qué libro es ese? No recuerdo haberlo comprado —mirándote desde su altura, notaste que se inclinaba a observar la colorida tapa del cuento de hadas, levantando ligeramente una de las delgadas cejas negras— ¿"La Princesa y el Sapo"? ¿Por qué rayos estás...?

Mas luego se interrumpió a sí mismo cuando vio la portada del diccionario sobre tu regazo, sus ojos entrecerrándose ligeramente con comprensión antes de chasquear la lengua, lanzando la sabana al lado contrario del diván antes de, y repentinamente, sentarse junto a ti en el último espacio vacío del mueble y arrebatarte los libros del regazo.

Beyond The BoundaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora