Amethyst

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Fue para mediados de noviembre cuando fuiste totalmente consciente del indetenible paso del tiempo, pues, mientras meditabas sobre una pequeña alfombra en el patio de la casa, una ráfaga helada de viento te hizo perder la concentración y abrir los ojos para mirar al cielo y frotar tus brazos desnudos.

El comienzo del invierno llegaría sin aviso alguno, a finales de septiembre. ¿Tan rápido había pasado un año?

A pesar de que a veces los días parecían pasar extremadamente lento, ahora que Levi tendía a llevarte con él a reuniones con sus subordinados y con el Rey de Paradis, las horas parecían pasar volando. A veces te hacían distraerte entrenando con los mejores guerreros de aquella isla mientras Levi, Erwin y Hans discutían con sus homólogos sobre aquellos detalles de la guerra que tú, como simple peón, no entendías demasiado bien. Y a veces, como esa cierta mañana, pasabas un día sereno en casa o en el pueblo, mientras él decía encargarse de problemas un poco más complicados, a lo cual te limitabas a no estorbar y esperar a serle útil cuando fuese el momento de serlo.

Sin embargo, ya no te aburrías como antes. O más bien, ya no tenías tanto tiempo libre como antes...

Sushree chikitsak! ¡Señorita Medico!

La voz de un hombre llegó a tus oídos y bajaste la mirada del cielo hacia el frente, observando como, por el sendero que separaba el muro de árboles que cubrían la casa de la carretera, la figura de una persona se aproximaba rápida y torpemente hacia donde estabas.

—¿Kashmin? —cuando estuvo lo suficientemente cerca, reconociste al caballero que ya había logrado alcanzar el amplio patio delantero. Varias nubecillas de polvo se levantaron alrededor de ambos mientras te ponías rápidamente de pie, sacudiendo un poco tus ropas al saber, sin que él dijese nada, la razón de su aparición y su gesto claramente preocupado.

—¡Sarami...!

Sin embargo no esperaste a recibir mas palabras, rodeando su muñeca con una mano antes de arrastrarlo contigo de vuelta hacia el sendero hacia la carretera; no había tiempo que perder. La joven esposa de Kashmin, Sarami, tenía tu misma edad y había estado visitándote desde tu llegada al pueblo en un intento desesperado por cambiar su estado infertil, pues tanto ella como su esposo, a pesar de tener solo un par de años de casados, estaban ansiosos por tener un hijo. Al parecer los médicos y los brujos convencionales que habían en aquel pueblo no habían servido para ellos y habían escuchado de ti gracias a uno de tus muchos pacientes.

Lunnyy kamen.

Al final, tus indicaciones de que ambos llevasen collares de esmeralda y bebiesen elixires especialmente preparados por ti, habían resultado en un embarazo en menos de un mes. Pero la salud de la joven siempre había sido delicada y había tenido que continuar visitándote para procurar que tanto ella como su bebé lograsen mantenerse fuertes hasta la hora del parto... Que al parecer, sería esa misma mañana.

¿La partera que te pedí está allí? —al girarte para ver al hombre un par de años mayor que tú, él pareció asustarse ligeramente cuando notó el extraño color, parecido a un prisma iluminado, brotando desde los irises de tus ojos mientras lo observabas—¡Kashmin!

—¡S-Si, si! ¡La mejor partera del pueblo está en la casa ya! —explicó con premura el joven mientras observaba, asombrado, como una pequeña esfera parecida a una burbuja brotaba desde tu cabeza y salía flotando velozmente en dirección desconocida antes de que el color de tus ojos regresase a la normalidad. Aun así, intentó seguirte de cerca a pesar de ir dando traspies sobre la tierra rojiza que cubría toda aquella isla, incluyendo sus carreteras—.P-Pero, señorita medico, ¿Para que una mujer tan poderosa como usted necesitaría una partera y ayudantes para esto?

Beyond The BoundaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora