4. La enfermería no es sitio de visitas cuando Will está molesto

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El cuerpo me dolía como nunca en mi vida, ¿dónde se suponía que estaba? No podía abrir los ojos, pues cuando lo intentaba, sentía un dolor fuerte seguido de comezón en los párpados. Escuché los ronquidos de alguien no tan lejos de mí, así que me senté con cuidado en la cama.

— ¿Hola? —dije.

— ¡Grecia! ¡Ya despertaste! —soltó Percy alegre—. Creíamos que tardarías más en hacerlo.

— ¿Por qué no puedo abrir los ojos? —sollocé.

—Tranquila hermanita, tienes unas picadas cerca de los ojos, pero la hinchazón ya está bajando. Will dijo que antes de la noche estarás como nueva.

—Pues me siento muy vieja ahora mismo —susurré—. Me duele todo.

—Toma —dijo otra voz que reconocí como la de Will—. Es néctar y ambrosía, te ayudarán a sanar.

La bebida volvía a saberme extraño, una combinación de sabores extraños que no podía reconocer. Percy me contó que él sentía sabor a galletas hechas por su madre. A Will como unas empanadas que le daba su madre de niño y Annabeth decía que a ella le sabía como el pavo que comió con su padre y hermanastros en navidad.

— ¿Te sientes mejor? —preguntó Will.

—Quiero poder abrir los ojos, no veo nada y esto me está asustando.

—Tranquila, le pediré a mi padre que te cure.

— ¿Alguien está hablando de mí? —preguntó una voz que no reconocí.

— Apolo —dijeron a coro.

— ¿El tipo de las vacas? —pregunté.

—No creo que diciéndome el tipo de las vacas, vaya a ayudarte —dijo—. Claro que si admites que soy el mejor dios de todo el Olimpo puede que te lo perdone.

— ¿Qué haces aquí papá? —escuché a Will interrumpir.

—Pues me enviaron a ayudar a la dama en apuros —comentó burlón—. Claro que imaginé que estaría muriendo y no que tenía solo un poco de picadas.

— ¿Quién lo envió? —pregunté.

—Pues alguien muy importante para ti.

— ¿Mi padre?

—Sí.

— ¿Y quién es?, ¿Poseidón? —pregunté ansiosa.

—No me está permitido divulgar su identidad.

—Claro, lo dice Fred —ironizó Percy.

—Pero si es el chico del barba de percebe —murmuró—. Dame lugar, quiero curarla.

Sentí como el colchón se elevaba dejando un espacio vacío a mi lado, ni siquiera había notado que Percy estaba sentado allí mismo. Pero luego el sitio fue pesado de nuevo.

Unas manos tomaron las mías e hicieron presión. Su tacto era caliente, como si metiera las manos a la microondas. Mientras que las mías debían estar frías porque ya era bastante tarde, o eso suponía por las bajas temperaturas.

—Sentirás mucho calor, pero después puedes tomar una ducha, mi hijo está disponible —dijo Apolo.

— Papá —farfullo Will.

—Solo es una broma Will, relájate hijo, además que tienes muchos deberes ahora, pero después estarás disponible, ya es hora que superes lo de ese...

— Papá —repitió Will cansado.

—Bien, bien, me callaré.

Tal como él lo había dicho, sentí el calor subiendo de mis piernas a la cabeza. Se sentía bien en los ojos, como si en lugar de calentarlos, los refrescara. Los músculos empezaron a crujirme y los huesos colocarse en su lugar, ni había sentido que me rompiera algo, pero allí estaban los huesos moviéndose cada vez que Apolo movía las manos sobre mi rostro.

Esto es ser semidiosa (Nico D' Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora