6. Una visita y una intrusión a mi privacidad

289 40 6
                                    

— ¿Qué haces aquí? —pregunté.

—También soy un semidiós, hijo de Atenea —dijo con su característico tono tranquilo—. ¿De quién eres hija?

—Fabricante desconocido —murmuré.

— ¿Ya se conocían? —preguntó Annabeth.

—Sí, le ayudé con algunas clases de matemática —respondió Malcolm.

Un año antes me había intentado ayudar, la verdad era que era pésima con los números por mi discalculia. Así que a pesar de que me hubiera ayudado, reprobé con una de las peores notas del aula. ¿Qué cómo lo sabía? El profesor era un experto en avergonzar, así que leía en voz alta las notas.

El recuerdo de un texto me invadió, Malcolm lo escribió tan aprisa como sus manos medio humanas pudieron a mitad de la clase de arte, estábamos a un minuto del receso. En él me invitaba a una cena que darían para los chicos listos, luego se había marchado sonrojado. Y pues ese mismo día me habían expulsado de esa escuela, por lo que mi madre decidió que lo mejor para las dos era marcharnos de inmediato y que luego nos enviaran nuestras cosas.

Y esa misma era la expresión que veía, esperanza mezclada con anhelo. Cosa que no me gustaba.

— ¿Vas a cenar ahora? —murmuró una voz a mi espalda.

—Ahora voy, nos vemos después —me despedí de los chicos—. Gracias Nico —susurré.

—Te veías incómoda —dijo encogiéndose de hombros.

El comedor estaba más lleno de lo normal, cientos de chicos ofrendando sus comidas en la hoguera, de repente veía que el número de campistas había aumentado. El rostro del chico no cambiaba, sereno y un tanto molesto, solo que esta vez tenía una mueca de frustración.

— ¿Qué es lo que te sucede? —murmuré.

—Nada.

—Pues se nota mucho, una vez a mí me pasó nada también, pero no estaba sola, tenía muchos amigos que querían estar conmigo y lanzarme sermones para que me sintiera mejor. También hacían que comiera cosas dulces, y…

—Entendí el mensaje —gruñó—. Hoy vienen los del campamento Júpiter, Hazel viene entre ellos.

— ¡Qué bueno, conoceré a Hazel!

—No es tu hermana —gruñó.

—Pueda que si lo sea, mira, no estoy esperando ser tu best friend forever, solo quiero que haya paz entre nosotros —farfullé—. Además, ¿por qué no están preparando alguna celebración?

—Nadie más lo sabe, solo vienen unos cuantos miembros para ayudar con lo de la profecía, con eso de que Jasón es romano.

— ¿Por qué no se lo han dicho a nadie y a ti sí?

—Soy embajador de Plutón, y pues es mejor así.

Talvés mi esperanza de paz tomara mucho tiempo, pero estaba segura de que conseguiría que Nico fuera amable siempre conmigo y de ser posible con otras personas también. Porque había que reconocer que él estaba siempre rescatándome. Y eso debía dejarle algún mérito.
Una chica de las nuevas que vi entrar al campamento fue a dejar su ofrenda y una figura de una lira muy brillante y dorada apareció sobre su cabeza. Todos se levantaron para inclinarse frente a ella. Nico se quedó mirándolos con parsimonia, por lo que se me hizo más fácil imitarle a él.

— ¡Salve Rosalía Abner, hija de Apolo, dios del sol, la medicina y la música! —rezó Quirón.

El dios de las vacas tenía ya muchos hijos, ¿no podía estarse quieto por un tiempo? Me levanté a dejar parte de mi comida, mis palabras iban dirigidas por lo general a mi padre, pidiéndole que me reconociera. O algún otro dios que hubiese tenido relevancia para mí en el día, como ese día con Poseidón que me regaló el iPod, o Atenea cuando me ayudó con unos cálculos de la clase de Annabeth, aunque supongo que ella intentaba ayudarle a su hija y quitarle un dolor de cabeza innecesario.

Esto es ser semidiosa (Nico D' Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora